Huella y presencia (tomo VI)
DR. EDUARDO RoS.<;ELOT jARAMIU.O mismo tiempo, fue arrastrado a privilegiar la tecnología, la organi- zación y la gestión burocrática, y el equilibrio financiero -sino abier- tamente, incluso, el lucro-, en el ámbito de la enfermedad y, luego sin más, de la misma salud. Con este trasfondo, ¿podríamos dudar que los valores sobre los cuales se erigió el carácter del médico tradicional (por no utilizar apelativos que tornen más depreciada la disposición de conducta del médico actual), tuvieron suficiente fortaleza como para sostener, por ellos mismos, la relación clínica con nexos que superaban la afirma- ción de una mutua empatía? Y también, el vínculo sereno y pro- ductivo con que se enlazan los intereses comunes, los objetivos com- partidos, las perspectivas que simultáneas se hacen fecundas, como cuando al mirar con una sola luz, un solo horizonte, diversos deste- llos se sumen en una misma oscuridad, amparadora. No deja de ser cierto, como lo describiera elocuentemente una vez, entre nosotros, Otto Dórr,; que de la filantropía griega y del amor del cristianismo se nutrió, por así decirlo, la medicina precontem- poránea, y son tales valores, los que se han visto amenazados por la despersonalización de la relación médico paciente: por el predo- minio de los criterios economicistas; por la pérdida de confianza entre pacientes y médicos, simultáneo al avance incontenible de la medicina que persigue solamente un perfeccionamiento estético o funcional de cuerpo y, por último, por la dilución del rol del médi- co en diversas otras profesiones, mas si surgen ajenas a una relación médico-paciente mutuamente enriquecedora. Por ello es que el ejercicio de la medicina se ve, al presente, como una actividad desaprensiva. Aunque dotada de recursos cognitivos y materiales, nunca jamás antes vistos, falla en calar hondo en la emocionalidad -salvo cuando es pieza de telenovela- donde llega a competir como se ha dicho, sin mucha ventaja, con formas alternati- vas no probadas, y recoge con cierta frecuencia mayor enjuiciamiento que comprensión o apertura para una benéfica, y a menudo indis- pensable, intervención. Por otra parte, al hacerse la medicina servicio colectivo y exigen- cia a la sociedad -en equidad y justicia-, como un derecho de quie- nes sufren menoscabo o riesgo de tal , en su salud, se sacude el mé- ; Int.ervención en panel sobre Valores en Salud, enJornadas Diálogos sobre Valores, Facultad de Medicina, 17 de abril de 2002. 225
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