Huella y presencia (tomo VI)

Juuo Q UEZADA M ELLA ganar dinero, como en es tos tiempos, sino más bien poder demostrar las aptitudes que te- nía, ya que era lo que más me gustaba hacer, siempre la pasión del fútbol la tuve dentro de mí. A comie nzos del año 1958, me encontraba trabajando en la Compañía de Gas de Santiago, en la calle Be rna\ del Mercado en el sector de Estación Central, em- presa que me ofreció trabajo a cambio de que jugara fútbol por el club Walter Müller. Un día domingo llega a recorrer un gru- po de dirige ntes del sur, me invi- taron a participar en una prueba julio Quezada M. para jugar por e l club Unión Española d e Chillán. Fui contra- tado por un año, pasó rápido la temporada de competencia que era bastante dura y regresé a Santiago con unos buenos machucones. Pero, todavía quería más y busqué otro desafío, pre te ndía enrolarme e n algún club en Santiago. Aquí existían bastantes oportu- nidades de trabajo por ser un buen futbolista. Estudios no tenía mucho; siempre ilusionado por el fútbol tenía sólo l e, año d e hu- manidades y, así también, muchos jóvenes no terminaban sus estu- dios; sólo con 6 2 humanidades se encontraba trabajo en e l Banco. Trabajo bien remunerado y bie n cotizado en esa época. Fue pasando el tiempo y yo n ecesitaba urgente trabajar y jugar, buscando entre los compañeros algún club donde poder entrenar y mostrar mis habilidades futbolísticas. En esto de incursionar por en- contrar un trabajo había jugado (parche) por la casa Central de la Universidad de Chile e n la competencia interna de la Universidad. Aquí tenía algunos amigos, entre ellos al señor Víctor Vera, de la Sección Tesore ría, que estaba inte resado en que encontrara un car- go para trabajar en la universidad. Fue así como d espués de varios intentos en la Casa Central me mandaron a un cargo que podía ocupar en la Escuela de Arquitec tura, edificio que se había cons- truido e n esos tiempos en la Avenida Cerrillos. Al presentarme allí, me encontré que eran unos enormes terre nos 205