Huella y presencia (tomo VI)

¿CUMPLIRÉ UN CICLO DE MI VIDA CON LA UNIVERSIDAD DE CHILE? fulio Quezada Mella EN RE~PUESTA A I.A (:ENTIL INVITACIÓN de la señora Amanda Fuller, edi- tora del libro "HUELlAY PRESENCIA", intento hacer mi recuerdo como funcionario de la Universidad de Chile. Estoy caminando fren- te a la playa de Los Vilos, creo que es un lugar muy hermoso para poder reflexionar y poder recordar aquel tiempo pasado en el cual comienzan mis incursionesjunto a mi familia como niño y luego mis aventuras como joven. Joven lleno de ilusiones en metas que uno se proponía y al final sólo Dios sabe si éstas se irán a concretar. Los recuerdos que aquí se detallan forman parte de un documento que entregaré al Departamento de Fisiología cuando me retire definitiva- mente. Las actividades de nuestra familia se iniciaron en los años 1930 en un terreno que correspondía a las canchas que pertenecieron en esa época a la Beneficencia, frente al Instituto de Anatomía en la avenida Panteón, hoy Alberto Zañartu. Los vecinos eran muy pocos y quiero recordar con mucho cariño a la familia de Laurita Quiroz, que también fueron vecinos nuestros en una casa del hospital San José. Manuel Quezada, mi padre, participaba en todas las labores de las canchas, pues él desempeñaba las funciones de mayordomo de las canchas de Medicina, que eran ocupadas en toda su extensión desde la Avenida Panteón en proximidades con el famoso restaurante de ese tiempo "El Quita Pena". En esas canchas se centró todo el Depor- te Universitario, y ya no era sólo la cancha N 2 l empastada, sino que habían otras canchas de tenis que llegaban hasta el hospital San José, por un lado, y por Independencia hasta los terrenos que hoy ocupa el Liceo Gabriela Mistral. Un pino, que actualmente se encuentra en la vereda de la calle Zañartu, en la actual posta de primeros auxilios del hospital San José, lo plantó mi padre don Manuel Quezada; ahí estaba la casa en que nací el 28 de agosto de 1939, el tercer hijo hombre de la fami- lia Quezada Mella. 203