Huella y presencia (tomo VI)
DRA. MtREVA BRAVO LECHAT En esa época había que presentar una tesis y dar examen. Este últi- mo constaba de una parte práctica con un enfermo y otra oral fren- te a una comisión. La tesis no era gran problema porque ya había iniciado trabajos de investigación con el grupo de Hematología, pero dar examen de Pediatría, al que fui citada cuando estaba con per- miso post-natal, me parecía una valla difícil de pasar. Debí afrontar- lo, y desde esa fecha seguí la carrera académica recorriendo todas las categorías llegando a profesor titular el año 1984. Haberme in- corporado a la Facultad de Medicina venía a cumplir uno de los ideales que habíamos definido con mi marido como proyecto de vida, me sentía muy honrada. No necesité "ponerme la camiseta", siempre la tuve puesta. Desgraciadamente llegué al hospital Roberto del Río en el últi- mo período del Dr. Scroggie, a poco andar jubiló y dejó el hospital. Durante un tiempo siguieron a cargo de la Cátedra los Profesores Dres., Wiederholt y Bauzá, pero muy pronto se llamó a concurso el cargo y fue nombrado el Dr. Julio Meneghello, quien se trasladó del hospital Arriarán con todo su equipo. A su vez, un número de médi- cos del Roberto del Río se trasladó al hospital Arriarán. A mí se me planteó el dilema de donde quedarme, ya que en el grupo del Dr. Meneghello venían dos hematólogos pediatras ya formados: la Dra. Eugenia Emparanza y el Dr. Jorge Vildósola la decisión no me fue fácil. Algunos me decían que si me quedaba en el Hospital Roberto del Río no iba a tener lugar como hematólogo. Sin embargo, acepté el reto y me quedé. Con la Dra Emparanza y el Dr.Vildósola, no sólo formamos un grupo de trabajo muy cohesionado, compartimos to- das nuestras experiencias, aprendimos unos de otros, pero lo más importante es que fuimos compañeros de trabajo y forjamos una gran amistad, siguen siendo para mí amigos entrañables. Me hice cargo del laboratorio y policlínico de Hematología, además de ha- cer docencia de Pediatría. Esta etapa duró poco, ya que el año 1965, junto a mi esposo, el Dr. Hugo Pumarino, partimos becados al hospi- tal de la Universidad de Georgetown en Washington D.C. Estados Unidos. Allí hice Pediatría, pero también estuve en el Children's Hospital, aprendiendo a manejar las leucemias y tumores, cuando recién se empezaban a usar los protocolos de tratamiento; además pude participar del estudio de distintos tipos de anemias, muy par- ticularmente las hemoglobinopatías. También tuve la oportunidad de hacer un curso de inmunología básica en el NIH. De vuelta a Chile, retomé mis actividades en el hospital Roberto 141
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