Huella y presencia (tomo VI)
DtSflNCIÓN ACADÉMICA PROFESOR EMÉRITO: DR. ALFREDO jADRESIC VARGAS enseñanzas de un maestro excepcional. Concurrían a las reuniones del Instituto muchas personalidades del mundo de la ciencia y la cultura. De esos contactos surgió una entrañable amistad, que man- tuvimos por muchos años, mi esposa y yo, con Alejandro Lipschutz y Alfonso Leng, y a través de este último -en Isla Negra- con Pablo Neruda, González Vera, George Eliot, Benjamín Subercaseaux y otros. Cruz-Coke fue la expresión más excelsa de Universidad que yo haya conocido. Allí estaba para entregar a sus alumnos y discípulos la ima- gen fantástica de la realidad física, la apasionante aventura del cono- cimiento, la belleza de la ciencia, colindante con la poesía en intui- ción y creación. Allí estuvo para entregarnos el sentido de la respon- sabilidad profesional y social como médicos. El interés en la política como una actitud consciente y ciudadana. Ese fue el entorno de mi vida de estudiante y de joven egresado. Esa fue la Universidad de mi juventud, bajo la legendaria rectoría de Juvenal Hernández y Juan Gómez Millas. Agradezco al Profesor Armas Cruz, no sólo la extraordinaria ense- ñanza clínica que recibí, sino también el apoyo constante para mis investigaciones y la autonomía en mi trabajo, que permitieron la crea- ción del Laboratorio de Investigaciones Endocrinas y la Unidad de Radioisótopos, con que se modernizó la endocrinología en el hospi- tal San Juan de Dios. Los trabajos científicos comprenden siempre a muchas personas que comparten condiciones de motivación, dedicación, lealtad, co- operación y, en ocasiones, abnegación. En la realización de mis traba- jos de investigación clínica, algunos de mis colaboradores más cer- canos comprometen grandemente mi reconocimiento. Mis compa- ñeros del Departamento de Endocrinología, los doctores Francisco Donoso, Enrique López Caffarena,Jorge Maira, Humberto Lennon; mis ayudantes del Laboratorio de Endocrinología y de la Unidad de Radioisótopos, Rosa Schwarzman, María Herreros, Aurora Matus y Francisca Pérez, y mi gran amigo el neurocirujano Mario Poblete, del hospital Psiquiátrico. Entre mis actividades docentes, una experiencia particularmente significativa y grata fue la edición del libro de Endocrinología; pri- mer texto clínico publicado en el país en colaboración de múltiples autores. Obra conjunta que puso en evidencia la facilidad con que se logra la cooperación para objetivos que interpretan aspiraciones su- periores compartidas. 127
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