Huella y presencia (tomo V)
DR. EDL'ARJlO Ross1,:1.0T j. papel de la investigación como instrumento para validar e l conocimiento científico autogenerado, para el quehacer médico. Cuando en 1943, 11 ;> y luego en 1960, (7) se propusieron modificaciones objetivas en los métodos de ense- ñanza y en el aprendizaje, primeramente, y en la configuración de un perfil profesional determinado por principios educacionales específicos (como sucedió en el segundo período), es dable asegurar que ambas iniciativas resultaban de la experiencia vivida en los mismos escenarios educativos: en los laboratorios y en las salas hospitalarias; al hacerse imprescindible el tra- bajo en pequeño grupo y e l aprender haciendo; al internalizar lo inasible del conocimiento de todo para hace rlo todo, recordarlo todo y actualizarlo todo, y la necesidad de adaprnr e l aprendizaje a una medicina indispensablemente diversificada, de médicos gradual y disparmente for- mados para permanecer en formación continua. Es un hecho que las pro- posiciones formuladas para dar carácter oficial ygeneral a estas metodologías, más intuitivas que, programadamente desarrolladas hasta esa fecha, fueron aplicadas parcial y asistemáticamente en las decanaturas de Larraguibel, Carretón, Alessándri y Neghme. El trastorno consecutivo a la seguidilla de 1·eforma universitaria y régi- men militar, postergó, muchas de estas inicialivas e, incluso, práclicas ya adoptadas en los sectores siempre más alertas frente a los avances educati- vos, por otras prioridades contingentes. Valga la pena señalar que, contra las demandas inconsultas que pretendían imitar la cultura de escuela abier- ta, para el ingreso indisc1iminado de alumnos, que tanto daño ha provoca- do a la formación médica y a las mismas instituciones, en otras universida- des latinoamericanas, la Facultad supo mantener muy claras sus aspiracio- nes intransables por una calidad profesional que, como otro de sus rasgos visionarios, esgrimió en ese momento con un énfasis y una convicción que iba a tardar años en hacerse relevante, en otros ámbitos de la educación nacional e, incluso, en el contexto ele la educación superior general, exter- na e internamente.<~> Los acontecimientos político-sociales mencionados afectaron en su fun- cionamiento, tal vez como a ninguna otra de las escuelas de medicina nacio- nales, a la de la Universidad de Chile ; quizás como parte de la mayor desin- tegración que se infringió a ésta en el período. <"> Baste señalar, solamente, sin referirnos a la razón o sin razón <le tales decisiones, el trastorno induci- do por su segmentación en 4 escuelas (cada una dependiente de una parti- cula r Facultad ), y la pérdida de dos de sus sedes regionales, a todas las cuales se les adjudicó identidad y funcionalismo propio. La reunificación de las primeras, ha permitido reconstruir el paradigma sobre el cual desarro- llar las iniciativas que, postergadas o transitoriamente desmembradas, que- daron inertes. Hay que reconocer, sin embargo, que muchas de e llas siem- pre estuvieron presentes en las unidades divisionarias aunque, presumible- mente, sin la fuerza ni la cohesión, que suele exigirse, para que la natural resistencia a cambios, reforzada por experiencias subalternas, se transfor- 79
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=