Huella y presencia (tomo V)
DRA. CountBA NoRrno V. derando esta profesió n como una tarea digna de ser imitada. Pero aun en aquellos casos en que se efectúe una acción muy especializada debe apare- cer el rostro humano de la medicina. Si esto no sucede, es porque nuestros esfuerzos formativos no han estado bien encauzados o hemos carecido d e la metodología adecuada para lograrlo. Por otra parte existen generaciones inte rmedias de médicos que resul- tamos afectados en nuestra formación por e l imperativo de una lógica de pensamiento constructivista que fue la respuesta ante las demandas d e un exceso de conocimientos nuevos en lo biológico. Después de titulados, to- dos nuestros esfuerzos estuvieron dirigidos a no quedarnos atrás en los nue- vos conocimientos de biología molecular, de genética, d e inmunología que no nos habían sido impartidos en su concepció n moderna cuando estudian- tes. Y, en ese camino, se privilegió el conocimiento biológico y se dejó de lado toda la parte humanística de nuestra formación como personas. Esta omisión la hemos intentado reparar, con mayor o menor eficacia, por noso- tros mismos. A lo an terior agreguemos los cambios conceptuales en nues- tras conviccio nes é ticas, producidos en parte por los nuevos conocimientos científicos y por nuesu·a comprensión d e que existen otras formas de civili- zación y culturas, cuyos valores y conductas son tan respetables como la nuestra: Se han dado importantes pasos par;,i recuperar el sentido humano y el humanismo en la enseñanza de la Medicina. Dependiendo de las condicio- nes locales, algunas escuelas introcltúeron primero la enseñanza de la histo- ria d e la Medicina, en otras se efectuaron talle res literarios con el estudio de obras que se relacionan con la práctica novelada de la medicina o con la interpretación de determinados estados de ánimo en poesías y cuentos clá- sicos notables; desarrolladas estas actividades en cursos electivos u obligato- rios. Pero, sin duda, fue la introducció n de Lemas éticos lo que prodtúo un profundo viraje en la forma cómo enseñar a ser un buen médico. Esta incor- poración dependió mucho de la presencia de dete rminadas personas en el seno de las facultades. Humanistas, cultos, de amplio carisma, con persona- lidad y capacidad de convencimiento, fueron los que cumplie ron un papel radical en hacernos volver a aspirar viejos ideales de conocimiento. Ese rol lo cumplió en la Facul tad de Medicina de la U. de Chile e l Profesor Arman- do Roa d esd e los años 70, en que se dio inicio a la Comisión de Eúca y se introdujo la en señanza electiva d e esa disciplina en la carrera de Medicina en u n contexto humanista. La evolución experimentada ha sido enorme: La modificación curricular ha permitido que desd e 1998 la enseñanza de la bioéúca y de las humanidades se extienda desde l º a 5º año de Medicina en el subsistema Fundamentos Antro pológicos, humanísticos y é ticos de la medicina del plan de estudios oficial de dicha carrera. Otro paso funda- mental en la enseñanza de las humanidades médicas ha sido la creación , en distintas facultades de medicina de Departamentos de Humanidades Médi- cas, sea en conjunto con Eúca o en forma separada . 75
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