Huella y presencia (tomo V)
DR. RAt:·1. ETCHEVERRY B. ellos Hernán Alessandri que quiso probar si sus pu1ios eran Lan potentes como su ce rebro, y lo intentó con su compañero de curso, campeón de boxeo aficionado, Onofre Avcndaño, 20 cm y 25 kg. menos que él. Avendaño peso liviano y Alessandri p esado, actualmente categoría crucero. Fue un match relámpago. Sonó e l gong, saludo de manos y Alessandri en la lo na por un certero gancho de izquierda al mentón , y po r más de los diez segundos 1·egla- mentarios. El Dr. Alessandri siempre lo negó. Fue sólo un mareo. Pe ro hay constancia. Amistad frate rnal por toda la vida cimentada en los puiios. Pero en el curso de su vida luvo más de una oportunidad de reh abilitarse de este contraste y d emostrar su temple, coraje y hombría de bie n , como las que refie ro rescatá ndolas del olvido para generaciones fuLUras. En 1931 , duran te una conferencia sobre Endocrinología e n e l auditorio de Obstetricia d el Hospital San Vicente de Paúl (actualjj. Aguirre) de la escuela de Medicina de la Universidad de Chile, presidida por los profeso- res Moncke be1; Alessandri y el Dr.J orge del Valle. El Dr. Alessandri tuvo que sacar a viva fue rza a un o bstinado energúmeno republicano espa1iol, que con sus denuestos, a voz en cuello, no permitía que e l conferenciante, e l erudito español Dr. Gregorio Marañón, invitado especial, in iciara su confe- re ncia sobre un tema cndocrinológico. Algunos años después, al Lerminar el gobierno del general Franco, se presentó una situació n similar amplifica.da a ra íz de la visita de o tra eminen- cia médica española, el Dr. Jimé nez Díaz, inte rnista, de gran figuración in- ternacional, quie n dio una confe re ncia sobre enfermedades respiratodas obslructivas e n el saló n principal d e la Universidad de Chile. Fue presidida por los Drs. Alessandri, Manuel Losada y Eduardo Díaz Carrasco. Al termi- na r el Dr. Alessandri la presentación de l ilustre visitante con la frase: "Dr. Jiménez Díaz siéntase como e n su país" eslalló una gritería por parte de 8 descamisados que llamaron la atenció n al ingresar por su presentación dis- corda nte con el acto a realizar y que supusimos que fueran asmálicos intere- sados p erson almente por el tema d e la confe1·encia. De nuevo exiliados re- publicanos españoles. Intercambio de palabras acordes con e l nivel cultural de los supuestos asmálicos y de las mtüeres de la localidad alta que coreaban: abajo la monarquía, muera Franco, y de los médicos, algo más acad émicas. Al rech azar la invitación a abandonar el audito rio, el Dr. Alessandri avan- zó hasta el grupo en las últimas filas, y como rehusaron a salir tomó a uno para sacarlo a la fuerza. Ardió Troya, pues rompieron las butacas y con los brazos de fierro come nzaron a dar golpes a diestra y siniestra. Uno d e ellos le tocó a l Dr. Alessandri en la frente. Por fortuna sólo le provocó una he rida supe rficial, porque el Dr. Calderón, el mono. justificando su apodo, de un salto espectacular le desvió e l golpe . Fue un pandemonio. Todo Lerminó con la expulsió n de los "asmáticos" por un túnel cuyas pa redes paralelas estaban constituidas por los médicos, el piso por sus piernas, el techo por sus brazos en constante movimiento. Sin tocar el suelo llegaron al foye r do nde fueron recibidos por los carabineros con disparos al aire. 69
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