Huella y presencia (tomo V)
Hl'ELIJ\ Y l'RESl•:W :IA V A los estudiantes de medicina que le dieron vida al barrio, especialmente vida nocturna, "una dolce vita" les permitió disponer de tiempo para activi- dades ajenas a la medicina, al rendir 1 2 y 2 2 por separado ydespués 3 2 , 4 2 y 5 2 juntos. Una de las consecuencias de este programa fue que muy pocos lo- graron tener éxito. La mayoría ejerció su profesión en el barrio, sin título. Nuestro curso reinició el programa de los exámenes anuales. La situación de los estudiantes bolivianos fue peor en cuanto a sus resul- tados finales, pues hacían 7 años en uno, el primer año del cual no egresaban en 7 a11os. Esto es, hacían 1 año en 7. ¿Cómo resolvieron su problema profe- sional y familiar al regreso? ¿Cómo los estudiantes chilenos? Mistel"Ío. Nun- ca lo supe. Siempre he pensado si a ellos se debe la frase:"la fOmisión entu- siasmada pide repetición en marzo". El modus vivendi de los estudiantes bolivianos fue muy publicitado en los diarios de esa época. Con un desborde de alegría juvenil culminaban las fiestas estudiantiles de primavera, con disfraces, comparsas, farándulas, bailes en los que tam- bién participamos, disfrutamos y que aún añoramos. Los estudiantes de medicina más que participar en competencias depor- tivas preferían ser espectadores. Les atraía el boxeo, y en calidad de tal, se autoconstituían en jurado en los combates que se realizaban en el teatro- circo Independencia, ubicado a unas cuadras de la fábrica de cerveza Ebner, la segunda en Chile. Solían, cuando no estaban de acuerdo con el fallo del árbitro, arroja1· al cuad1·ilátero piezas anatómicas; dedos, manos, pies y una que otra víscera. En una ocasión gran parte de los estudiantes se reunió en un teatro de barrio: Ideal cinema*, ¿politeama? para p1·esenciar una competencia de lu- cha libre organizada por ellos entre el retador campeón europeo dejiu:iitsu uno de sus compañeros, el Dr. Zapata (estudiante) quien aceptó el reto solo para que no pusieran en tela de juicio su hombría o condición de macho. Tenía el apodo de cañón 42 por su corpulencia y potencia de sus puños, y era un aficionado al boxeo más que un boxeador aficionado. Comienzo muy auspicioso para Zapata, pues de un certero upercut en el mentón dio con el retador en la lona. Se remeció el teatro. Todos de pie aplaudieron a Zapata y éste, volviéndose, levantó los brazos agradeciendo la ovación y autoproclamándose vencedor. Pero en el alboroto no se dio cuen- ta que su vencido se había puesto rápidamente de pie y con un salto lo cogió por la cintura y a pesar de su corpulencia lo levantó, le dio una vuelta en el aire y lo planchó en la lona, no sólo poi· los 10 segundos reglamentarios, sino por varios minutos. Consternación, frustración y un silencio sepulcral. El Dr. Zapata murió... pero muchos años después por un mieloma. Fue mi paciente e informante. Pero sí hubo algunos interesados en el "arte" de la defensa propia. Entre *Esre cine se ubicaba en Q. Normal, calle Mapocho altura de 3.500. 68
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