Huella y presencia (tomo V)
1-ll_;El.l.A Y l'RESENC:IA V Dentro del DNA están los genes para fabricar las proteínas. El código genético se lee de acuerdo con las posiciones de la adenina, timina, citosina y guanina. Las posibilidades de corregir las anomalías del gen que condu- cen al cáncer y otros trastornos, se ve como una posibilidad no muy lejana. Es ta1·ea para el próximo milenio, para aquellos científicos que empiezan a constituir una legión en lo que se llama ingeniería genética. Las Ciencias muchas veces han despertado en los profanos veráfica ad- miración , pero hoy, en buena parte , la labor de la Ciencia está en el sillón de los acusados. De hecho, el gran público desconoce el por qué investiga- mos. Hay mucho que cambiar en los colegios de cómo trasmitir los valores formativos de la Ciencia. La reforma debe empezar en los Institutos Peda- , • V gog1cos. El Humanismo se nos aparece como una fuerza conservadora, estabilizadora, celosa guardadora de los valores tradiciona les, mientras que la Ciencia con su incansable tentativa de avanzar y afán analítico de explicar los "Cómos" del mundo físico es una fuente de innovaciones impredecibles. En efecto, entrega conocimientos, todo nuevo conocimiento tiene el po- tencial de erigirse como en un formidable motor de cambios, y muchas veces resulta ser e l elemento de desestabilidad del conformismo social. Es así que alguien ha propuesto que e n vez de referirnos a las Ciencias y al Humanismo como los dos pilares de la Cultura, debiéramos imaginar a ambos como un monolito con dos caras, similar a la estatua mitológica del dios fano de los romanos, al que se represen taba con una cara mirando hacia el pasado, la del Humanismo, siempre vigilante velando por la tradición; y con la otra cara, la de la Ciencia escudriñando el futuro en busca de lo nuevo, con la esperanza de elevar la condición humana. De hecho, la ciencia es el único producto de la creatividad humana que está en continuo progreso, por lo cual podemos decir, con fundada seguridad, que "hoy sabemos más que ayer, y que maii.ana sabremos más que hoy". El quehacer de un científico no es un mero descubridor que saca a la luz lo que estaba oculto en el aparente caos; no sólo un hacedor de técnicas sutiles y de notable eficiencia, sino que es un privilegiado buscador que puede deleitarse con la contemplación de estructuras, de formas, de proce- sos de gran belleza, de mecanismos de deslumbrante armonía y de orden que tal vez nunca antes habían sido descritos; vive instantes de sile ncioso romance con el mundo fís ico viviente o no viviente que ofrece una enorme diversidad de procesos, estructuras que e n la variedad de sus partes mantie- nen una básica unidad y coordinación del conjunto que sobrepasan los sue- ños más vividos de la experiencia cotidiana. La actividad científica como las del arte son empresas de descubrimientos, ambas obedecen a la misma vo- cación humana; buscan interpretar el mundo y ambas se alimentan de emo- 32
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