Huella y presencia (tomo V)

HUELLA Y PRESENCIA V sellan. En todas las épocas se ha hecho notar nuestro extraño sino y nuestro intento de romperlo, sin lo cual todo acto médico sería inútil. El universitario es el que tiene sensibilidad para coger las pulsaciones de la realidad de donde quiera que vengan, es el que se pregunta siempre por las aspiraciones humanas últimas, es el que se preocupa por conocer las ideas que mueven a su época para construir algo de la siguiente, es el de mente interrogadora y creadora que no teme explorar hasta los bordes de la existencia, allí donde empieza la nada, aunque aquello esté situado en zo- nas tan abruptas y corra el riesgo de no divisarlo. LA C1E:s:C1A co~10 F u 1•:1':n: DE IA ETICA Blest y Sazié confían en que una medicina científica, por el solo hecho de serlo, dará paso de inmediato a una vida moral civilizada que deja atrás el ignominioso pasado colonial; en sus respectivos discursos ambos ponen el acento en dicho resultado. Era una especie de fe venida desde el corazóh del siglo XVIII, el creer que la educación científica, por el hecho de llevar al alma a gozarse en la claridad de lo puramente observable y comprobable en acuerdo a determinados métodos, elevaba sus aspiraciones de todo orden a la misma claridad, alejándola en idéntica medida de la obscuridad de las intenciones, reino del mal. El hombre enaltecido por la ciencia, y en el 1;:aso de fundación de nuestra Escuela de Medicina, por las ciencias médicas, aspi- rará siempre al bien, traducido en el hacer respetar sus derechos y los dere- chos de los otros a manejar su propia libertad, en brega incesante por el progreso. Tal vez en ningún otro campo, como en el de la ética, ha influido tanto la fe de la Ilustración en el conocimiento científico; en tal sentido ha sido la nota inspiradora de la actitud pública y privada de nuestras genera- ciones médicas a lo largo de la centuria pasada. Expresión de ella fueron, por ejemplo, las ideas de Augusto Orrego Luco,Joséjoaquín Aguirre, Fran- cisco Puelma Tupper, Federico Puga Borne, Alejandro del Río, Sótero del Río, y otros, en su deseo de traducir la ilustración científica en ética y políti- ca. La biología y la medicina han abierto ahora problemas nuevos a la ética médica: la anticoncepción, la fecundación "in vitro", los trasplantes de órga- nos, los síntomas de la muerte de la persona y no de la muerte meramente biológica, el diagnóstico intraútero del sexo y de la calidad psicobiológica del embrión, el manejo y manipulación del código genético, la posibilidad de prolongar la vida artificialmente, los experimentos en humanos, la mani- pulación psicológica de la información, abren campos insospechados, en los cuales el derecho mismo a la existencia, a la vida interior, a la libertad de ser como uno quiere, están en juego. Vienen tales problemas en una época 30

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