Huella y presencia (tomo V)
PE:-.ISAMIE~TO DE LOS GR,\NDI•~-; MAESTROS IJE IA MEDICl:S:A En las últimas décadas se ha destacado la acción de factores emociona les en la génesis de numerosos procesos patológicos. Tal es e l caso de la hipertensión arterial, ciertos trastornos del ritmo cardíaco, alteraciones di- gestivas, especialmente la úlcera gastroduodenal, más allá de algunas modi- ficaciones en la esfera psíquica del tipo de las neurosis. Pues bien, estas enfermedades son mucho más frecuentes en la profesión médica que en cualquiera otra. Estudios estadísticos en diversos países han sido, al respec- to, concluyentes. El médico, más que otros, debe cuidar el control de sus emociones. Ser dueño de sus pasiones, decía Hipócrates. La buena formación de una sólida personalidad es el mejor medio, quizás si el único, para hacer frente a tal situación. Es el verdadero antídoto de la agresión emocional. Si la medicina es la obra de muchos, la formación de la personalidad del médico es la obra, trascendental y delicada, de uno mismo. Tres circunstancias derivan de esta condición científica de la medicina. La primera, consiste en llegar a una concepción de lo que es la enfermedad; la segunda, es la posibilidad de un diagnóstico precoz, lo cual tiene gran importancia en el orden práctico y, finalmente, la tercera consecuencia es la relativa a la moderna terapéutica, la mayor transformación de la medicina, cuyos resultados, aye r insospechados, .hoy constituyen grandes motivos de éxito en su aplicación diaria. El medicamento actual no es el resultado de un hallazgo, ni de una casualidad, sino la consecuencia de un largo proceso de concepción, control y ensayos, hasta llegar a su forma útil. Es e l resultado del criterio cien tífico. El contacto con e l dolor generado en el hombre enfermo, dolor físico, psíquico y moral en suma, humano, da a quien se entrega a la medicina una condición única no ofrecida en ninguna otra actividad superior de la inteli- gencia, pues lleva al médico a una permanente actitud de servicio. Surge de esta condición el espíritu generoso del ejercicio de la medicina, pues todo lo que se hace es para los demás, es decir, aliviar, consolar, sanar, alejar la muerte, en suma, contribuir con algo a la felicidad de alguien. La acción individual sobre un hombre, la misión de todas las horas, le dará al médico la oportunidad de observar a personas y personalidades agobiadas por el dolor, verá en expresión, las más variadas reacciones psicológicas. La vida universitaria, en todo lo que tiene de libertad, amplitud de espí- ritu y de crítica, se ha mezclado por fortuna íntimamente con la medicina. Se ha hecho posible e l progreso enorme de la medicina gracias al sentido que alienta la vida de la universidad. El estudio equilibrado, la investigación 23
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