Huella y presencia (tomo V)
y, sin embargo, no hay tierra que las arreboce: un piano mudo, el féretro de las manos; y los amoratados labios (ya sin boca que besar, sin palabra, sin llanto), la maciza bóveda d el cráneo (ya sin lormentos ni vanidades vacuas deshabitado de recuerdos que encerrar; sólo el mudo pensamiento tallado en el hueso) la poderosa lengua, la singular belleza del riñón, el pulmón envejecido e l enlutado cerebro, e l abandonado corazón. ¡ Mas dónde está todo ! aquí yacen tendidos los cuerpos sobre frío lecho de escarcha: sus bocas abiertas al mundo, sus intestinos descubiertos con calma y como un á ngel de abiertas alas ligado a ellos yace el páncreas ; he ahí al enorme hígado la humilde y cotidiana vesícula he aqu í sus rostros con lunares, sin lunares .con bigotes o barba feroz sus uñas extrañamente amplias, sus fracturadas piernas, sus horadados brazos sus cabezas quebrantadas sus estómagos abiertos; ¡Pero dónde estuvo la vida! Está el ojo, pero no la mirada; está la boca, pero no la palabra; está la totalidad del hombre arrojada sobre una mesa y la suma de sus partes no conforma el amor de respirar celebrar la an gustia de estar pasando. 202
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