Huella y presencia (tomo V)

HlJEI.IA Y l'IU~~E:--1CIA V sobre la serenidad y cautela en el quehacer científico, y el Dr. Hermann Niemeyer tuvo una enérgica actitud de estímulo crítico hacia sus colegas y alumnos. Empecé pues a incubar la intención de dedicarme por entero a esta disciplina. El Dr.Jorge Allende, a quie n conocí cuando yo ya me ha bía graduado de médico, contribuyó con d edicación y esfuerzo a situar a los docentes e investigadores del Instituto en un contacto más cercano con Es- tados Unidos de América en el terreno experimental de la bioquímica, que por entonces ya abarcaba lo que se llegó a llamar genética molecular. EL DESARROLLO DE LA QUÍMICA, VAN'THOFFYEL ROMANTICISMO. En gran parte las mate rias contempladas en el currículum médico se exponían como si las teorías y las hipótesis fueran hechos de credibilidad absoluta. No estaba programado un entrenamiento preferencial en la acti- tud crítica frente a los pronunciamientos llamados científicos. Por ejemplo, las representaciones geométricas de los compuestos orgánicos que contie- n en letras tanto romanas como griegas, conocidas como fórmulas estructu- rales en química orgánica, me parecieron desde un comienzo instrumentos muy útiles por su capacidad de sugerir nuevas ideas en la investigación quí- mica propiamente ta l o de sus aplicaciones a la biología y las ciencias biomédicas. Sin embargo, durante muchos años, como una obsesión recu- rren te me preguntaba yo cuáles eran las bases lógicas de tales fórmulas es- tructurales. En el curso de estas inquietudes, después de aprobar un exa- men d e calificación fui admitido en calidad de ayudante alumno al Institu- to. Mis funciones eran contribuir a la docencia en las sesiones de laborato- rio y presentar revisiones de tópicos de investigación bioquímica en semina- rios especiales. Si nuestros horarios lo pe rmitían, teníamos también la opor- tunidad de dedicarle horas a un trabajo de investigación original. Pese a que durante esta experiencia el esqueleto abstracto de la generación de teorías empezó a concretizarse en mi entendimiento, mi preocupación re- currente persistía y se reactivaba por anécdotas inespe radas. Un día un pro- fesor docente e n la Cátedra y Servicio de Cirugía tomó del bolsillo de mi delantal un pequeño libro sobre los pigmentos biliares publicado en Ingla- terra que me servía como fuente de información para la preparación de un seminario. Conte nía una discusión detallada de la biosíntesis, degradación y significado biológico y médico de los pigmentos biliares. Como e ra de espe rar, el texto estaba ilustrado por una profusión de fórmulas estructura- les de una gran variedad de compuestos. Después de hojear brevemente el libro, el cirujano me d\jo con una honestidad que admiré inmediatamente : "Yo no puedo imaginar como estos dibttjitos puedan representar substan- cias". Debo confesar que, a pesar de haber ingresado a un instituto de la escuela de medicina cuya docencia e investigación se basaban fuertemente en la quími ca, yo tampoco podía e n ese ento nces explicar rigurosamente la relación entre las imágenes pictóricas y las estructuras físicas que represen- taban. 176

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