Huella y presencia (tomo V)
D1:Gera.rdoSuárez HUELl1\ Y PRESE:\CIA V sus razonamientos, la lógica se deslizaba sin es- fuerzo, tropiezos ni repe ti ciones innecesarias. Todo esto me parecía estar de acuerdo con lo que me d ij o uno de mis profesores de Física: "Suárez, las matemáticas son elegantes" ... , como los vestidos de la Sra. Antoine. En el último año de los estudios en el liceo, existía la práctica de d istribuir a los alumnos en cu rsos de acuerdo con las carreras universita- rias que habían decid ido seguii·. Mi experiencia con la profesora Antoine me hizo i·ecapacitar sobre mi elección de carrera. Con anterioridad yo no había pensado en una carrera que se ba- sara preferentemente en las matemáticas. In- genier ía la descarté porque, por razones que no podría caracterizar, no me atraía estar constru- yendo edificios o puentes, que constituía mi muy limitada imagen de esa carrera. Tampoco me atraía ser profesor de matemáticas. La vacilación se reso lvió por medio de una transacción: me inscribí en el curso de los quími- co-biólogos y, gracias a la gentileza de la profesora Antoine, se me permitió asistir a las clases especiales de matemáticas para los físico-matemáticos, no contempladas en el programa para los alumnos de m i curso. Yo había sido un buen estudiante de matemá ticas hasta ese momento, pero no excepcio- nal. A fin de este ú ltimo año de Humanidades, alentado por mis estudios con la Sra. Antoine, decidí por primera vez en mis estudios presentarme a un examen final con el objeto de obtener una nota superioi·, 6 en lugar de 5. Resolví todos los problemas de r igor, con lo cual se me conse rvaría la nota 5. Para subir a 6 la profesora me p id ió resolver correctamente dos proble- mas extraordinarios. La solución del primero de éstos, que ern de álgebra, se me ocurrió después de pensar un momento; pei·o tuve problemas con el de geometría, que consistía en deducir una fórmula para calcular el volu- men de un octaedro regular inscri to en una esfera de radio r. No podía imaginar espacialmente lo que era un octaedro regu lar, aunque en tendía lingüísticamente la palabra. La profesora me hizo un bosquejo de un octaedro regular e instantáneamen te vino a mi mente la solución : este ejem- plo de geometría sólida podía simplemente tratarse como dos p irámides cuadrangulares u nidas por su base. Todo lo demás de la solución quedó comprendido en una serie larga de derivaciones basadas en teoremas muy conocidos. Mi nota subió a 6, en gran parte debido a la claridad y elegancia de la docencia de Guacolda An toine. ESTUDIOS DE MEDICINA. Ingresé a la Escuela de Medicina. Esta decisión fina l fue más por exclu- sión que por vocación específica. Cuando era muy ni i'io pensaba a veces ser 174
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