Huella y presencia (tomo V)
lil' l::l.l J\ I' l ' RF.SF .:siCIA V Tenemos un teatro Nacional, pero dicen que es el más grande del mundo, porque no se llena nunca. En Chile, en cambio, cuando iba al gallinero del Municipal a escuchar a la orquesta sinfónica, no faltaba un gallo a mi lado que seguía , con la partitura en la mano cada compás de la orquesta. Eso no lo pude aprender. Pero sí aprendí a hablar en voz baja. Esta fue una de las cosas que más sorprendió a mi madre, cuando visitó Chile. Yo pienso que e l viaj e lo hizo para supervisar mi noviazgo, del cual se enteró, creo, por algo que se me debe habe r escapado en alguna de mis cartas. Vino a disuadirme, pero fue conquistada no sólo por mi novia sino por la acogida que le brinda- ron aquellos chilenos que tuvo la oportunidad de conocer.¡,.. mi madre le agradaba, entre otras cosas, el silencio que reinaba en los lugares donde se congregaba mucha gente como salas de espera, micros, etc. Parece que no hablan, me decía, y era porque lo hacían en voz baja y con la persona que estaba cerca. En Panamá, e l conductor del micro generalmente conversa con el pasajero que ocupa el último asiento. El transporte colectivo tiene bocinas que transmiten canciones populares a muyalto volumen , los pasaje- ros e levan el volumen <le su voz para poder comunicarse y el conductor a su vez sube el volumen de su radio. Una cultura de ruido y gritería. También nos asombró ver a todos los hombres con saco y corbata. Le llamamos saco al vestón. Lo usaba hasta el más humilde trabajador. Nuestra cultura tropical propicia, en cambio, el uso de poca ropa. Recuerdo que cuando enviamos unas fotos de nuestro hijos peque11os, tomadas en Pana- má y vestidos sólo con pañales, mi suegra, en Chile, se preocupó mucho porque sus nietos no tenían ropa para ponerse. Costó bastante convencerla para que no les tej iera chaleca y calcetas de lana. Mi deambular estudiantil me llevó también a diversos hospitales para cumplir con la rotación por las Especialidades cada una de las cuales sólo duraba seis semanas. Otro de los elementos de la reforma correspondiente al período de mi formación fue la eliminación de la tesis de grado, y su reemplazo por un internado pregrado. Esta etapa de mi formación me llevó al Hospital San B01ja. Durante el internado tuve la oportunidad de conocer a varios precla- ros profesores que en mucho influyeron en mi formación profesional y humanística. Entre ellos destacan , Rojas-Villegas y Hermosilla, su j efe de Clí- nica. Urzúa gran cirujano. Era militar y llegaba casi siempre al hospital en uniforme, sin embargo, su comportamiento, a mi criterio, no era para nada castrense ni con los pacientes ni con sus subordinados. Las visitas diarias con estos profesores y el intercambio de opiniones durante las mismas ayudaron a formar nuestra personalidad profesional y agilizaron nuesu·o desenvolvi- miento como médicos experimentados. Ami regreso a Panamá, noté que de estas cualidades adolecía la mayoría de los colegas formados en otros países , incluso en Panamá. El contacto directo con los pacientes, siempre bajo la tutela de un instructor responsable, experimentado e interesado en la do- cencia, fueron los elementos más decisivos en mi formación profesional. 168
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=