Huella y presencia (tomo V)
d e mucho nos convenció d e a bandona r el calo r de las mantas y la concen- tració n e n el estud io y salimos a la noche con gui tarras y vio lín a cumplir con e l e ncu en tro romántico. Después d e viaj ar en dos micros y un bue n trecho a pie, nuestro compa- trio ta nos señaló la casa . Escogimos la mej or ubicación y a rra ncamos con "Las ma t'íanitas". El en amorado hizo la dedicaLOria, resaltando las virtudes de su amada. Fu e entonces cuando salió un caballe1·0 a medio vestir, nos fe licitó por las cancio nes, nos dio las gracias pero nos indicó que allí no vivía ninguna Mantj a. El pololo se había equivocado po r dos cuadras. Allá tuvi- mos que rep etir todo o tra vez, ahora con mejo r sue rte. De los ramos preclínicos recu erdo al Dr. Neghme, con su curso d e parasitología para extranj e ros o curso d e medicina tropical , con muy bue- nos apuntes. El problema surgía durante el exame n final. Como el Profesor Neghme era, e n ese ento n ces, el secre tario de la Escue la de Medicina , siem- pre acudían profesores de otras materias a consul tarle algo. Él aprovecha ba la ocasió n p ara que el visitante interrogara al candidato, y te rminábamos respondiendo d e todo me nos de medicina tropical. Recue rdo muy bie n al profesor Benj amín Vie l, de Higien e , quizás por- que lo en con tré después e n varios países d e La tinoamé rica e n programas de Plan ifi cación Familiar. Siempre de lgado y siempre fumando. Lo recue r- do con el codo levantado y e l brazo e n ángulo recto con el cuerpo y e l cigarrillo entre labios y dedos. J amás he vue lto a ver fumar a nad ie con esa pose tan caracte rística. Es e n la clínica do nde uno se sie nte médico de ve rdad. Toda mi fo rmació n cl ínica la realicé e n e l Hospital San Jua n de Dios frente a la Quinta Normal. Mis profesores Armas Cruz y Alessand rini. El primero h ematólogo, p ero sobre todo clínico. De él aprendí e l comporta- miento médico frente al paciente y fre nte a sus colegas. Me e nseñó e l a rte del diagnóstico diferencial con sus famosos "trípodes diagnósticos". Me he enterado, con inme nsa satisfacción , que e n me recido home naje, el nuevo an exo del San Jua n de Dios lleva el nombre del insign e Maestro. Alessandrini e ra chico de tama110 pero grande de conocimien tos y habi- lidad quirúrgica. Exigía que todos los casos que iban a ser operad os de bían ser presentados e n re un ión cortjun ta y no pe rmitía , según su propio deci1·, "gallos tapa'os". Los pisos d e arriba d e la edificación crucifo rme del hospital San Juan de Dios lo ocupa ban las salas d e Obstetricia y Pedia tría con los p rofesores Mo nckeberg y Scroggie . En ese dia rio ir y venir por las calles Catedral y CompaMa , me aprendí de memo ria los nombres de las calles perpendiculares desde Bandera h asta Matucana . Algo que me impresio nó profundamente d el p ue blo chile no fue su gra- do d e cultura . Mi Panamá funciona ba de o tra man e ra. Sus raíces afro-an ti- lla nas impusieron o tra cultu ra. Cultura del ruido, de la percusió n , del gri to. 167
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