Huella y presencia (tomo V)
REMEMBRANZAS DE UN PERIPLO D1: jorge Lasso de la Vega (PANAMIÍ) C ·,1.vDo si, ME soucrr<i 1w,1 coNnwiuuóN para Huella y Presencia, pe nsé que era muy poco lo que podría a portar. Otros ya habían relatado los acontec i- mientos en los cuales yo también había participado. No me sentía capaz d e desvirtuar, con una mera repe tición, la espléndida narración lograda ya por o tros protagonistas. AJ recapacitar, con sideré que aun cuando fueran iguales los hechos his- tóricos e incluso los panicipantes, siempre hay un impacto d ifere n te para cada protagonista. A cada cual los mismos acontecimientos afectan de di,·e r- sa fo rma. Con este criterio me animé a relata r aquellos acontecimientos que, rela- cionados con mis estudios de medicina, influyeron en mi vida poste rio r " que además, en su momento, contribuyeron a mi felicidad. Cuando se empieza a rememorar, parece que no existieran recuerdo,. La memoria es como un desván, donde se depositan vivencias, como trastos que luego se transforman en recuerdos, y allí se qued an , al igual que los trastos viejos, con la esperanza de que algún día puedan servir para algo. En todo este proceso, los acontecimientos más recientes empujan hacia el fon- do a los que ya estaban y unos y o tros van quedando poste rgados y, poco a poco, todos terminan olvidados. AJ penetrar e n e l laberinto de nuestros recuerdos, me rced al poder de la evocación , surgen con claridad meridia- na, los acontecimientos antiguos porque quedan delante de los que allí es- taban, porque los traemos al presente. El inconveniente, y no quiero con ello culpar a quienes me indttjeron a recordar; es que los recuerdos más recientes se ven relegados al fondo, al olvido. Mi historia comienza gracias a un chileno y te rmina con una chilen a. Fui e l segundo de siete hermanos, de padre y madre panameños. Cuan- do, próximo a terminar el bachillerato, manifesté mi deseo d e estudiar me- dicina, mi padre, de escasos recursos económicos, nos reunió a todos los hermanos y nos recomendó pone rnos de acuerdo, entre nosotros mismos, sobre la carrera a e legir. Argumentó que , como no había suficiente dinero para comprar libros de diversas especialidades, era mejor que todos estudiá- ramos la misma carrera para poder utilizar los mismos libros. Por ese entonces surge la figura de don Teodoro Gormaz Lopetegui, chileno radicado en panamá y casado con una h ermana de mi cuñado. Este 163
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