Huella y presencia (tomo V)

DRA. LIDIA MAGAJ.Y B ARRERA clase que me abrió los ojos a lo que significa que te enseñen a pensar e n las diferencias y cómo analizar y tener tus conclusiones". En ese momento sentí que mi pasión por la vida universitaria no se había muerto, y de hecho una de las cosas que añoro d e mi vida en Chile es e l contacto con la docencia y los alumnos de Medicina que siempre representaron un desafío cuando tuve la oportunidad d e tener contacto con e llos en el Hospital SanJuan de Dios. En ese lugar tuve la segunda experiencia marcadora de mi vida personal y profe- sional. Ahí me formé como pediatra y conocí a Colomba Norero, mi Mentor (como dirían los gringos) y amiga. De ahí salí a Australia donde ya cumplí 17 años. Tengo la impresión de que la Facultad ha debido luchar y adaptarse a los cambios que e l país y la socie d ad chil e na ha n tenido. El carácte r profesionalizante que se le h a tratado de impone r ha tenido un cierto éxito e n el decir de mis compañeros d e curso con los que he tenido la oportuni- dad de discutir el tema. Creo que se pe rdió la visión de los médicos como servidores de una sociedad y pasamos a ser sólo una profesión más, sujeta a la crítica, falta de respeto y maldad d e los medios de comunicación. Me pregunto si lo habremos traído sobre nosotros mismos por haber per- dido la mística d e aquellos años, tan importante e n mi vida así como e n la d e muchos de mis compañeros a quienes vi para la reunión de los 25 años de graduados. Siempre he pensado qué buena suerte h e tenido de no haberme equivo- cado de carrera y que más e ncima me paguen por hacer lo que me gusta. La Escuela de Medicina lo ha hecho posible. Muchas, muchas gracias, aún estoy e n deuda. Cuando entré a medicina tenía 17 años. Había h echo mi educación pri- maria en la escuela Francisco Arriarán que pertenecía a las escuelas Matte. Cursé hasta 5 2 preparatoria. Mi profesora de esa época y por cinco años, Juliana Aizpurua, le dijo a mi mamá que yo podía ir a primero de Humanida- des, que no había necesidad de que hiciera 6º. Cuando la volví a ver en e l año 2001 aún se acordaba de mí y de por qué me había hecho saltar de curso. Aparentemente, yo era un poquito p reguntona ¿será lo que ahora llamamos niñitos hiperquiné ticos? Así fue como me encontré dando examen de admisión en el liceo 7 y casi me rechazaron porque tenía 40º de temperatura por culpa de una fiebre tifoidea y no me acordaba muy bien para dónde se corría la coma en la división con d ecimales (aún tengo dudas). Finalmente, cuando llegó la hora de elegir qué hacer con mi vida, la gran duda era letras o ciencias. Mi amiga de toda la vida (nos conocimos en pri- mer año de humanidades) Helena Mahias se decidió por medicina y creo que eso me motivó a mí también a elegir medicina. Durante la carrera pasaron muchas cosas, como contaba anteriormente, entre ellas me casé con la condición impuesta por mi padre que él pagaría mi carrera. Creo que dudaba de que si me casaba no terminaría y se quería 159

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