Huella y presencia (tomo V)
MI FACULTAD, MI ESCUELA YMI VIDA (Cartas desde Australia) Dra. Lidia Magaly Barrera C 1,1N1>0 Mf S('(:11w ,1w.v QIIE l'OJ>11i,1 <:o ,v1w1111111 al libro Hue lla y Presencia, sen- tí básicamente dos emocio nes; "¡en qué lío me voy a meter !" y segundo, "cómo empezar a contar lo que significó para mí y los míos el hecho de habe r sido la primera persona que iba a ser médico en mi familia". Aún recue rdo la cara d e mi padre cuando le dije que tendr ía q ue pagar d e nuevo la matrícula po rque la lista d e espera de medicina se había corrido y yo que ría se r médico y no tccnó loga médica. Su cara de satisfacción fue una enorme compensació n por la culpa d e tener que pedirle más dinero. Pa ra mí la Universidad significó (y significa) mucho más que una institu- ción d o nde uno aprende ciertos conocimientos para gene ra r un ingreso y mantener una familia. No debe ser una institución profesionalizante sola- mente sino un lugar de encuentro d e la intelectualidad y los potencia les de cada uno, d e d onde sale o d ebe rían salir los patrones de conducta para muchos o tros quehaceres de l deber co tidiano de una sociedad . En ese contexto entré a la Universidad de Chile. Escue la de Medicina en 1969. Fue el a1"10 inmedia tamente posterior a los sucesos de Pa rís en La Sorbo ne y los aires ele cambio se hacían sen tir aquí también . En esa época pen saba ¿qué tenemos que opinar los alumnos d e primer año d e la reforma si no hemos vivido ninguna experiencia y no sabemos nada d e lo que es bueno o ap ropiad o para la salud d el país? Sen tía que era un peón en el juego político de la época, claramente ma rcado po r los suce- sos que vivíamos como sociedad. Mi padre opinaba que yo era poco menos que revolucio naria y mis com- pañe ros de curso me tildaban ele momia. Creo que eso e ra lo que yo quería, ser dueña d e ideas propias con respecto a diferen tes problemas y no seguir una línea sólo porque e ra la línea de un partido político. Obviamente eso me significó muchos malos ratos: por ej emplo, en los prácticos de Anatomía Patológica me pusieron una vez una pobre lagar tij ita de j ardín muerta d e susto y frío ama rrada a mi fonendoscopio. ¡No sé quién se asustó más, si yo o la lagartija, cuando saqué mi fonendo en la oscuridad de la sala ! Fueron los mismos compa11eros que después no podían entende r que yo fuera al hospital cuando todos los demás estaban en huelga. En esa época yo creía que los médicos no podían ir a la huelga por ningún mo tivo, ni 157
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