Huella y presencia (tomo V)

DR. J ORGE LITVAK La revisión de la situació n general de América Latina, en investigación no e ra estimulante. Hay que admitir, si embargo, que la investigación biomédica de América Latina ha surgido con mayor vigor que cualquier otro de los campos de la investigació n. Pero se da el h echo que en muchos países de la Región casi cada aspecto de la investigación biomédica está re- presentado por un individuo, por un grupo pequeño o por un laboratorio o instituto reconocido por su calidad. Estas islas de excele ncia no representan con frecuencia el grado de evolución científica del país sino el esfuerzo de algunos hombres de especial calidad cuyos trabajos, a menudo aunque no siempre, han obtenido apoyo de fuentes externas. Esto se evidencia e n la fundación de institutos o centros que frecuentemente se han erigido a lre- dedor de una personalidad destacada. Algunos de estos institutos han so- brevivido con decoro a la desaparición de sus fundadores, e n tanto que otros languidecen a la sombra del prestigio 1·emanente de tales personalidades. Afortunadamente, nuestro país muestra una situación difere nte. La Uni- versidad de Chile en particular, que es la principal institución nacional d e generación del conocimiento, ha logrado mantener una excelencia institucio nal a pesar de los obstáculos que ha enfrentado en algunos pe río- dos de su historia. Esto, gracias a la consistente producción de sus académi- cos, y a sus políticas de investigación que han irrenunciablemente resguar- dado el componente de investigación como una parte inseparable del que- hacer universitario. Mis años en la OPS fueron estimulantes y de una gran satisfacción profe- sional. Tuve e l honor de llegar a dirigir la División más importante, de Pre- vención y Control de Enfermedades. Pero, sobre todo, tuve el privilegio de ser testigo de los profundos cambios de la salud pública mundial como re- sultado de la transición demográfica y epidemio lógica; el aporte de las in- vestigaciones biomédicas, y e l interés cada vez mayor de las comunidades por la solución de los problemas sociales que las afectan. Pero, sobre todo, la experiencia e n la OPS me demostró que las buenas ideas, aquellas que apuntan h acia el bie n común, encuentran los medios para salir a la luz y hacerse realidad. Una de ellas fue la creació n , por parte de la Organización Mundial de la Salud, de un programa especial de investigaciones sobre e l envejecimiento, en 1987. La OMS reconoció una gran deficiencia de los programas nacionales de atención de las personas d e edad avanzada. Ello se debe en gran medida a la carencia de información necesaria para definir políticas y programas. Con el fin de gen erar esta información se creó este programa internacional de investigaciones sobre el envejecimiento, que inició sus actividades en e nero de 1988 en el Instituto Nacional sobre Envejecimiento de los Estados Uni- dos, por un convenio firmado entre la OMS y los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Fui designadoJefe de este nuevo programa, y así se inició mi asociación con e l NIH, e l instituto de investigación biomédica más importante del 143

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=