Huella y presencia (tomo V)
DR.jORc;E LIWAK nóstico y tratamiento de rutina, introdujimos en el país las metodologías de investigación con Calcio 45 y 47 y Stroncio 85. Este laboratorio, que por muchos años formó parte de la Sección de Endocrinología, dio origen a la actual Sección de Medicina Nuclear. Fuimos, desde un comienzo, entusiastas promotores de la investigación clínica. El desarrollo de la investigación es un problema de actitud. El uso del método científico en la búsqueda de soluciones es lo que confiere a la ciencia su inmenso poder. En contraste, la búsqueda de la verdad diferida y la fe en la lógica formal y en la retórica caracteriza a las sociedades en las cuales la ciencia es débil y la educación memoricista, dogmática y desarticu- lada, como la definiera el Profesor Houssay. Resulta evidente, entonces, que el proceso de emergencia del subdesarrollo requiera necesariamente de crea- tividad autóctona así como de la actitud y los talentos necesarios para alcan- zarla. Este fue el mensaje que como Decano de la Facultad transmití hace ya algunos años a una promoción de graduados de la Escuela de Medicina, en un período en que se cuestionaba el tipo de médico que formábamos, invocándose modelos profesionalistas. Dije: ..."los que somos responsables en cierta medida de la educación médica... avalamos responsablemente la calidad del médico que formamos y su imperativo de aportar el producto del conocimiento y la ciencia al proceso de romper las manos rígidas que impiden la liberación del desarrollo... ". Para cumplir esta misión , un gran desafío de la Universidad de hoy es resolver las interrelaciones creadas en el marco de una gran recuperación económica nacional, entre la universidad y el Estado; la absoluta inseparabilidad de las tareas universitarias, en las instituciones con una ver- dadera misión universitaria; el rechazo a los intentos de sustraer la investiga- ción de esta misión; la necesidad de estimular la incorporación de la empre- sa al desarrollo científico y tecnológico, con el fin de generar empleo para los nuevos investigadores y abrir el mercado para el retorno de científicos chilenos en el extranjero, y movilizar recursos para un presupuesto, cada vez más dependientes del autofinanciamiento. Ymuy especialmente, com- patibilizar la difícil tarea de enfrentar día a día los problemas académicos, económicos y administrativos contingentes, con la ineludible responsabili- dad de consu-uir al mismo tiempo la unive rsidad para el siglo XXI. Los sucesos d e 1968 cambiaron el espíritu de la Universidad. Las call es de París se inundaron de protestas contra los sistemas universital'ios imperantes. Las universidades del mundo se incorporaron a estos movimien- tos de una u otra manera. La Universidad de Chile, que necesitaba un cam- bio, inició su propio movimiento de reforma. Pero al poco tiempo surgie- ron importantes relevos en la conducción del proceso, y los engranajes se desarticularon. Pienso, comoJoaquín Luco, que la crítica no es un derecho natural, sino que un d erecho adquirido y que sólo se obtiene por la autocrítica del continuo hacer responsable. Se inició así un largo período de deterioro del quehacer universitario, 141
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