Huella y presencia (tomo V)
TRADICIÓN Y PROYECCIÓN DE 1A BIBLIOTECA CENTRAL Carmen Loewenstei,n ¼ga EN 1-.s-ros oi11s, E~owu11 so1J1u, 1.,1 Bmuon,c", m: NUJ,'.ffl/J\ F,1cui:1;w de Medicina implica algo más que historia, porque estamos en una época de cambios trascendentales, donde la tecnología está reemplazando el papel por el chip, y la literatura científica biomédica se lee ya comúnmente en la pantalla d el computador. Pareciera como que el libro y la revista de papel, como los conocimos, van perdiendo su vigencia y es cada vez más común que el usua- rio, médico, investigador, o alumno acceda a libros o revistas virtuales a través de un computador personal conectado a la red Internet: esto es la biblioteca transportada a l escritorio del hospital, d e la consulta, del labora- torio, o simplemente de la casa. En suma, debiera referirme a la biblioteca "de papel" del siglo pasado, y de algun·a manera vislumbrar nuestra futura biblioteca "virtual- cibernética" a la que la tecnología nos impulsa inexora- blemente. Llegué a la Biblioteca de la Facultad de Medicina en el año 1973, cuando todavía era una alumna egresada de la carrera de Bibliotecología y Docu- mentación, de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Chile, para cumplir con la práctica profesional que se exigía al final de la carrera. Obtuve mi título y me quedé para siempre en esca Facultad de Medicina, que está celebrando ahora su cumpleaños número 170. En esos tiempos, la Biblioteca ocupaba un lugar donde está actualmente ubicada la Escuela de Postgrado; la mayoría del personal era femenino, el único bibliotecólogo varón de entonces era el Sr. Luis Pérez, ahora jubilado, y que todos los días martes llega todavía de visita a la biblioteca. Predominaba el personal profe- sional, apoyado en algunas funciones por unos pocos administrativos muy entrenados. Lajefa de la biblioteca era la Srta. Sylvia Anabalón , que además fue una de mis profesoras en la Universidad; la jefa de Servicios al Público era la Sra. Rudy Romero. Ambas están actualmente jubiladas, y de vez en cuando también nos visitan en la biblioteca. En esa misma é poca conocí en la biblioteca a Alejandro He rnández Kunstmann, cirujano dentista , fisiólogo-biofísico de la Universidad de Chi- le, usuario frecuente de la biblioteca en esos tiempos, y con quien me casé dos años después. Eran los tiempos ele libros famosos, donde el apellido del autor estaba indudablemente ligado a la asignatura en cuestión: Anatomía de Testut-Latarjet, Fisiología de Hussey, Farmacología de Goodman y 117
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