Huella y presencia (tomo IV)

HL "EI.IA Y l'RlcSE:\C:IA IV nitoriamente me habló en forma serena de la muerte y expresó su convic- ción de que cuando él desapareciera, sus discípulos sabrían continuar su obra. Hasta que llegó el triste día del 22 de enero de 1947. En su amplia residencia solariega de Avenida El Bosque, un infarto cardíaco lo hirió de muerte. Al comienzo permaneció consciente, resistiendo estoicamente el dolor, acompañado por sus familiares y algunos de sus colaboradores que acudieron solícitos. Luego, en esa tarde apacible de verano, mientras la na- turaleza resplandecía en su bello jardín, cerró para siempre sus ojos, esos ojos a la vez serenos e inquisitivos. Sin un quejido, permaneció como dormi- do hasta el anochecer. Después su respiración y su vida se extinguieron que- damente. Así pasó por la existencia terrenal Juan Noé C1·evani, enÍeñándonos con fervor, que la vida no es sólo para ser vivida, sino que es lucha, es esfuerzo, es pasión y es amor. No puedo describir exactamente la sensación que sentí al saber la noti- cia de su muerte encontrándome fuera de Santiago. Fue como si un torren- te avasallador de recuerdos y emociones me abrumara, y sentí gran pesar en mi corazón. Volví presuroso a la capital para asistir a sus funerales que fue- rnn una emocionante manifestación de duelo de la ciudadanía. Los grandes hombres nunca mueren. Una fuerza enigmática los hace espiritualmente eternos. Desde hace más de medio siglo, una fotografía ampliada del maestro me acompaña en mis sitios de trabajo. Sus ojos pare- cen seguir mis movimientos y, en la soledad, su imagen me ha dado fortale- za y esperanza en los momentos problemáticos y difíciles que nos depara el torbellino de la vida. Incluso en este instante me parece sentir que su espíri- tu invisible nos acompaña en este solemne auditorio. El profesor Noé murió corporalmente hace poco más de 50 años, pero su espíritu, el ejemplo de su vida entregada al bie n y al saber y sus grandes aportes a nuestro país, son valores perennes e inextinguibles. Su vida es una epopeya. Supo impartir con el ejemplo y la acción una mística de entrega, de fuerza espiritual y de realizaciones. Porque sólo es grande el que sabe dar sin retribución y es fuerte el que es capaz de entrega1· sin pedir. Juan Noé Crevani es un ejemplo y una leyenda... 90

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