Huella y presencia (tomo IV)

ta. Y así Noé había trabajado en Italia en los peligrosos pantanos y lagunas pontinas para luchar contra la malaria. Considera a Chile su segunda y que- rida patria y está ansioso desde el comienzo en contribuir a batallar por problemas sanitarios que aquejan a nuestro país. Esto le representará gran- des sacrificios, pero los afronta con el convencimiento de que la ciencia debe estar al servicio del ser humano; ese ser que, aunque some tido a los grandes principios biológicos, tiene la gran riqueza de lo anímico que lo hace único. Y con su sentido profundamente humanístico Juan Noé com- prende que tiene un deber imperativo de aliviar los sufrimientos de sus se- mejantes utilizando las capacidades que su saber le otorga. Al llegar a Chile se informa que una extraña y grave anemia afectaba a los mineros del carbón en Lota, debilitándolos y provocando numerosas muertes. La minería carbonífera está en pleno florecimiento. Noé piensa que la causa puede ser un helminto succio nador de sangre que se ubica en el intestino delgado y conocido como Phncylostoma duedenalis. Parte a la zona con dos de sus discípulos, Walter Fernández y Ramiro Herrera, en 1919, después de conseguir algunos fondos para su campaña. Baja a las mi- nas y trabaja en la profundidad de ellas. No era éste un ambiente extraño para él porque ya en su inquieta juventud en la bullente Italia del Rissorgimento, había ingresado a la Liga revolucionaria de los Carbonari, llamados así porque se reunían secretamente en la minas de carbón. En Lota, Noé rápidamente consigue confirmar la causa de la misteriosa enfer- medad y con tenacidad incansable logra erradicarla al cabo de tres años de intensa labor. Poco tiempo después, surge un nuevo desafío. En el norte de Chile, es- pecialmente en los valles de Arica, reina la malaria, la antigua enemiga que ya había encontrado y combatido en Italia. Es un adversario poderoso que no había sido erradicada hasta la época en ningún lugar del mundo. Noé emprende lo que será su más esforzada y exitosa campaña sanitaria. Tiene ahora más discípulos que lo apoyan eficientemente, como, por ejemplo, Amador Neghme, Ramón Páez,Jorge Román, Miguel Massa,José Gutiérrez, entre otros. Pero, como siempre, el mismo irá al te1Teno a trabajar codo a codo con ellos. Al comienzo aún no existían insecticidas eficaces, pero su talento y conocimiento le permiten aplicar ingen iosos recursos biológicos para luchar contras las larvas del siniestro insecto trasmisor, el zancudo Phnopheles, que Grassi ya había identificado. Para ello siembra, por ejem- plo, en los cursos de agua, pequeños peces que se alimentan de las larvas del insecto, estableciendo una verdadera lucha biológica, lo que unido a otras medidas ingeniosas, contribuye a disminuir significativamente la contami- nación. Hay metódica, esfuerzo, rigurosidad en todo lo que hace y esta vez contaba con mayor apoyo de las autoridades nacionales y locales y fondos aceptables. De todas maneras el trabajo fue duro, y cuando la endemia esta- ba casi totalmente controlada, la aparición, por fin del DDT permitió el éxito final. Desde 1945 la malaria ha sido erradicada en Chile. 87

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