Huella y presencia (tomo IV)

ta de Eugenio Lira y la erudita y profunda sabiduría de Orlando Badínez. Una men ción especial merece Amador Neghme tal vez el más represen- tativo de los discípulos d e Noé. Con extraordinaria capacidad e incesante esfuerzo Neghme colaboró primero y continuó después las labores del pro- fesor en e l campo de la Parasitología. Su avasalladora actividad y su al to sentido humanístico desbordaron el campo de su asignatura, ocupando los cargos de Decano dura nte dos períodos y de Presidente de la Academia de Medicina del Instituto de Chile hasta su muerte. Se destacó por sus activida- des de Salud Pública y por su preocupación por la Educación sanitaria, así como por e l perfeccionamiento de la docencia médica. Ampliamente reco- nocido internacionalmente Amador Neghme constituye, sil} lugar a dudas, una de las figuras señeras de n uestra Medicina. Tuve el destacado privilegio de fo rmarme académicamente bajo el espíritu del profesor Noé y de la tuto- ría directa de Amador Neghme. Aunque los mencionados son probablemente aque llos discípulos que si- guieron más estrechamente a su lado y expresan con más fidelidad sus doc- trinas, la influencia de Juan Noé, se refleja e n otros ámbitos; en médicos que fueron sus colaboradores por un tiempo y que d espués siguieron otros caminos. A manera de ejemplo, y a riesgo de ser injusto, deseo destacar sólo algunos entre los ya mencionados. Uno de e llos fue sin lugar a dudas el brillante Eduardo Cruz-Coke, gran figura médica y política de nuestro siglo, quien inicialmente tuvo un estrecho contacw con el maestro y que poste- riormente fuera una muy destacada personalidad intelectua l de nuestra Medicina, formando, a su vez, una dinámica Escuela de colaboradores en el campo de la Bioquímica. Hernán Alessand ri, una de las figuras clínicas más destacadas de nuestra medicina fue, al comienzo y durante algún tiempo, ayudante de Noé y lo atendió solícito en sus últimos momentos. Tuve la suerte de hacer Clínica en su Servicio del Hospi tal Salvador por varios años, compartiendo horario con mis actividades e n e l Instituto de Biología, hasta que una atracción vocacional invencible me ll evara a dedicarme en forma exclusiva y definitiva a la docencia y la investigación. También, cabe recordar a OttmarWilheim, quien colabo1·ó con el profe- sor en su primera campaña sanitaria e n Lota y fue luego figura destacada en la Universidad de Concepción. Juan Noé además de un sabio, un gran biólogo, un humanista, es tam- bién un realizador. Esta última cualidad, que no siempre acompaña a la sabiduría, se expresa nítidamente en las acciones que emprende en el cam- po de la Salud Pública. Sus campañas sa ni tarias fueron modelo d e organiza- ción, de eficiencia y d e entrega total, de jornadas tensas y agotadoras; de noches de insomnio en e l terreno. No se limi tó a dirigir, sino que participó directamente en ellas. Ya había aprendido de su maestro Grassi que la Uni- versidad no debe estar ajena a los problemas que su entorno social presen- ta. Como entidad pensante y cultivadora de la ciencia, la Universidad tiene la obligación ética de proyectar su acción a la comunidad en que está inser- 86

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