Huella y presencia (tomo IV)

DR. Tl'!.10 P1zz1 P. Scroggie, Aníbal Ariztía, Eugenio Cienfuegos, Enrique Egaña, Álvaro Covarrubias, Emilio Croizet, Luis Bisquert, Carlos Mónkeberg, Juan Wood, Armando Roa, Ignacio Matte Blanco, Hugo Lea Plaza, Luis Prunés, Guiller- mo Brink,JavierCastro Oliveira, Luis Hervé, Ruperto Vargas Molinare, Arturo Baeza Goñi, Ramón Valdivieso, Ítalo Alessandrini, Bruno Günther, Leonardo Guzmán, Cristóbal Espíldora, Sótero del Río, Héctor Orrego Puelma, Ro- berto Estévez, Enrique Lava!, Juan Allamand, Leonidas Corona, Francisco Rojas Villegas, Pilberto Rahausen, Carlos Charlín, Víctor Manuel Avilés, Al- berto Donoso Infante, René García Valenzuela, Bamuel Middleton,José Do- noso, Armando Larraguibel, Osvaldo Cori, Herman Niemeyery muchos ou·os. Algunos de los nombrados, por fortuna nos acompañan hasta hoy día y a ellos les pido excusas si al mencionarlos hiero su modestia. Los restantes ya ingresaron con honor a la historia de nuestra medicina. Son tantos y tan excelentes, y surgen en un período relativamente corto, que el fenómeno no puede ser debido al azar. Otro aporte muy significativo del profesor Noé, fue su éxito en formar discípulos para apoyaran, y continuaran su labor. Fueron muchos los que llegaron a su lado y colaboraron con él de mane- ra eficiente y esforzada. Dada las resu·icciones presupuestarias, la mayoría trabajaban en horario parcial por vaiios años sin remuneraciones. Otros venían a realizar sus tesis de prueba o Memorias en el Instituto, bajo su sabia dirección. Algunos de estos últimos continuaban trabajando allí. A ellos les encomendaba la realización de trabajos científicos en los que participaba y ditigía estrechamente, pero en los cuales su generosidad lo llevaba a omitir su nombre al ser publicados, dando, así, a algunos la totalmente falsa apa- Iiencia de que su productividad científica en Chile era escasa. Esa especie de magnetismo que irradiaba de su persona, a la que nos hemos referido, hacía que sus ayudantes y colaboradores más estrechos se entregaran en forma total a las labores que su maestro les asignaba. Sabían de su exigencia y lo hacían a costa de cualquier sacrificio personal. Era una norma de acción que imponía y se imponía, sin frases duras ni órdenes perentorias, pero si con la fuerza emotiva y racional de un diálogo convin- cente. Así surgió un grupo de destacados colaboradores y continuadores que formaron bajo sus mismos principios lo que podríamos llamar la Escuela del Profesor Noé, cuya influencia se deja sentir hasta ahora en nuestra Facultad a través de los discípulos de sus discípulos. Una nómina completa correría el riesgo de pecar de omisión o de ii~usticia. Destaco por lo tanto algunos de los nombres más relevantes. Gabriel Gasic, Gustavo Hoecker yDanko Brncic, lideraron con gran excelencia las investigaciones especialmente en Biología y Genética. Walter Fernández, el más fiel y esforzado de sus primeros ayu- dantes, se destacó en forma brillante en la docencia e investigación en Histología. En él, precozmente, delegó el profesor la cátedra correspon- diente. En Embriología y Anatomía Comparada sobresalen la figura inquie- 85

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