Huella y presencia (tomo IV)
DR. Tuuo P1zz1 P. Las clases de Noé eran inolvidables. Durante los tres primeros años dis- frutábamos de ellas. Para mí y para muchos otros fueron un modelo de lo que debe ser una clase magistral, realizadas por un gran profesor, que deja huellas imborrables en el recuerdo Pero Juan Noé era mucho más que un gran profesor. Contemplemos, pues, el amplio y rico panorama de su vida. Nació el 17 de abril de 1877 en Pavia, la pequeña pero venerable ciudad lombarda, con su señera tradición universitaria, situada cerca de donde confluyen el río Ticino y el Po. Hijo de Emilio Noé destacado ingeniero y de Luisa Crevani. Su niñez yjuventud transcurren en gran parte en Liguria, donde se había trasladado su familia. Desde niño se manifiesta su amor por la naturaleza, algo que impregnará toda su vida con un sello imperecedero. Cursa sus estudios universitarios en Roma donde conoce al gran sabioJuan Bautista Grassi, discípulo de Golgi y descubridor del ciclo de trasmisión de la malaria humana, convirtiéndose en su ayudante yjefe de laboratorio. Se gradúa de Bachiller en Ciencias Naturales en 1898 y obtiene su título de médico en 1902. Su vocación ya está definida. Al igual que su maestro se dedicará a la investigación científica en el campo de la Biología. Y lo hace con una eficiencia y entusiasmo absolutos. Acompañará a Grassi en sus cam- pañas maláricas en los alrededores de Roma; realiza bellas investigaciones científicas en las que se advierte su excepcional capacidad de observación, su tenacidad y la rigurosidad de su quehacer. Investiga infatigablemente y publica numerosos trabajos de gran calidad. En ese selecto ambiente uni- versitario conoce a la históloga Clelia Pizzo quien será el gran amor de su vida y con la que contrae matrimonio, formando para siempre una familia bella y ejemplar. Nacen sus primeros tres hijos: Ada, Mario y Nerina que lo colman de felicidad. Años más tarde nacerá Adriana. Esta última publicó hace algún tiempo un hermoso libro biogr,ifico sobre su padre, que consti- tuye un valioso testimonio de un gran amor filial y que guardo como un tesoro. La vida para Noé en Italia parecía estar ya definida y establecida. Reali- zado científica y familiarmente a los 35 años de edad, sin problemas econó- micos, prestigiado socialmente e inmerso en un rico ambiente cultural, su futuro se le ofrecía tranquilo y auspicioso. Por sus aportes a la patria y a la ciencia había recibido condecoraciones de Caballero, Comendador y Gran Oficial ele la Corona. Todo parecía seguro para el aún joven Noé. Sin em- bargo, la vida le reservaba otro camino. Su destino estaba en un país remo- to y casi desconocido, pobre en recursos materiales, en el cual realizaría aportes increíbles por su magnitud y calidad. Ese país era Chile. En el año 1912, nuestra Facultad de Medicina, por medio de su decano Vicente Izquierdo, solicita a Grassi que le recomiende un Profesor de Zoo- logía Médica que desea contratar, debido a que por razones médicas debía abandonar esa cátedra. A pesar de desprenderse del mejor de sus colabora- dores, Grassi tiene la generosidad de proponer a Noé. Éste no vacila un 79
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