Huella y presencia (tomo IV)

DR. ALFREDO DABANCENS OPAZO Amanda Fulkr ¡OH CAPITÁN!* ¡Oh Captain... My Captain! Qué profundas resonancias despiertan en mi alma estas palabras. ¡Qué maravilloso es tener un líder, una luz, un guía que te dirija por siempre ! Our fearful trip is done, y gracias a Dios contábamos con un Capitán recio, experimentado, valiente y confiable. Su sabiduría resolvió los esco- llos más borrascosos, su brazo sereno supo mantener el rumbo en las horas más difíciles. ¡Oh Capitán! ¡Cómo me has hecho crecer! Siendo yo un niño, fuiste para mí un fabuloso nadador, el más rápido, el más fuerte. Me parecías un Hércules imbatible. Tu brazo de acero musculo- so todo lo conseguía. El río no tenía peligros para ti. ¡Qué magnífico ejem- plo de lo que podría llegar a hacer con mi cuerpo si siguiera tu ejemplo! Los deportes, el estadio, las aceleraciones... la alegría de saltar. La vida ha sido muy generosa conmigo y me ha hecho llegar a varios puertos victoriosos. Al llegar encuentro, al igual que Walt Whitman, que el Capitán que me guió y que debería estar en cubierta escuchando: "the bells I hear, the people all exulting" But o heart! Heart! O the bleeding drops of red, Where on the deck my Captain lies, Fallen cold and Dead" Here Captain! Dear Father! 1 :-• 1 Parece que fue sólo ayer cuando le oímos al doctor Alfredo Dabancens reflexionar sobre los maestros que habían influido fuertemente en su vida. Ocurre entre las personas de óptima calidad humana que intuyen su fin. Con e l conocimiento que él tenía de la enfermedad que lo aquejaba pudo *Fragmento de texto que fue publicado en el Boletín Informativo de la Facultad. 53

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