Huella y presencia (tomo IV)

SEMBLANZAS PROF. DR. EMILIO MORALES NAVARRO Prof Dra. Colomba Norero V. D F.sPEDJR t1 E ,1111.10 Mo11111.Es EN 1;~n, ,wo,w1:,,:ro, me es doblemente doloroso, como Decano (S), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y como compañera de curso. Emilio se destacó desde el ingreso a la Escuela de Medicina por su pres- tancia y modales de gran señor, con voz profunda y su físico imponente, sobresalía entre todos, como si la naturaleza lo hubiera preparado pa ra los grandes papeles académicos, profesionales y administrativos que le corres- pondió ejercer. Pero ese aspecto, majestuoso y hasta intimidatorio, se suavizaba con su sonrisa y la calidez de su trato. Uno sabía que podía confiar en él. Años después, aun en momentos de intenso fragor político y estando en posiciones contrapuestas, la gente sabía que el Dr. Morales mantendría de- rechamente su línea de pensamiento, que la expresaría y defendería con firmeza y autoridad, sin subterfugios, porque era un hombre recto. Igual intensidad de sentimientos tuvo para el que fue el Hospital de su vida: eljoséjoaquín Aguirre. Aquí ejerció su especialidad, la Neurocirugía con gran brillo, y aquí llegó a ser Director en tiempos difíciles. Pero ¿cuán- do no hay tiempos difíciles? Supo sortear los innumerables problemas que le brindó la administra- ción del Hospital con la misma de te rminación con que enfrentaba todo en la vida, con la inquebrantable fortaleza que le brindaba su intensa fe católi- ca y el apoyo de su familia. Se mereció el respeto y el cariño de todos los subalternos. Con la misma destreza que se movía en el pabellón quirúrgico, fundó y participó en la Brigada de Incendios del Hospital, se preocupó de los funcionarios y académicos, enseüó a sus alumnos y becados y se relacio- nó con la Facultad de Medicina. Pero creo que la imagen que perdurará de Emilio será, para todos, la de un padre acogedor, severo pero benevolente, que sabía escuchar y reír junto a quien se le acercaba en busca de apoyo. Y quienes se apoyaron en él fueron muchos. De allí la sensación de orfandad que nos invade y acoge. Se fue como vivió... como un gran señor. 39

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