Huella y presencia (tomo IV)

l·IU-:U~\ Y i'RESl·:~CIA IV Nuestras instructoras habían realizado cursos de pe rfeccionamiento que impar tían Centros de Enfe rmería en los Estados Unidos ele América y traba- jaban en coordinación con los profesores ele las cátedras respectivas y cada una tenía una especialidad, por ejemplo: Enfermería e n cirugía; Enferme- ría e n epidemiología; Enfermería en Salud Püblica. Recuerdo, ele ese tiempo, a lgunos hechos q ue están en la memoria. En uno de los primeros días de práctica , e n una sala de mtúeres con tre inta y dos camas, una e norme sala con techos muy alws, alrededor de las 11 A. M. ocurre un temblor, yo desconocía este fenómeno, en Aysén, mi tierra, nun- ca lo había sentido y me veo e n medio de mis pacientes sin saber que hacer. En ese momen lO, el médico de sala viene a examinar a una paciente, el Dr. Jo rge Ahumada, quien observa mi desconcie rto y me dice ¡quédese tranqui- la, no se asuste!; pasado unos minutos siento que se abre la puerta y aparece una instructora de la Escuela ¡qué alivio! Se acerca a mi lado, me observa y me dice ¡yo la voy a acompañar! , y me invita a que saludemos a cada una de las pacientes para o bservar sus reacciones y ofrecerles nuestro a poyo. La instructora estuvo conmigo hasta que comprobó que la situación estaba su- perada. Fue tal vez este primer hecho desco nocido que debí enfrentar y que me hizo pensar en la responsabi lidad que empezaba a tene r frente a o tro se r humano. 32

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