Huella y presencia (tomo IV)

HUELLA Y PR~~<;E!\C:IA IV con los latidos alterados; la matrona que estaba a cargo, me confidenció que la cabeza fetal no estaba bien encajada y el cuello uterino no se había dilata- do en su totalidad. Corroboré los datos, los cuales no eran los más halagüe- ños para una atención en domicilio ya que había que extraer el feto con rapidez mediante una aplicación de fórceps en condiciones poco favora- bles. Mientras angustiado me lavaba las manos, la matrona preparaba a la pa- ciente colocándola al borde de la cama y el marido y una he rmana le toma- ban una pierna cada uno; se había colocado el hule debajo las nalgas y la matrona daba la anestesia gota a gota con la mascarilla de la mezcla de clo- roformo y éter. Es terilicé el fórceps con alcohol y procedí a la extraccil>n la cual fue laboriosa, pero afortunadamente nació un niño con llanto vigoroso y que con el tiempo fue un distinguido ingeniero. El maestro me agradeció y congratuló po r el resultado. Hoy perdura su recuerdo en el servicio que él creó y prestigió ya que el auditorio de obstetricia lleva su nombre "Profesor Carlos Monckeberg B." en un muro hay en un pedestal, un busto que representa su cabeza, obra de uno de sus discípulos más queridos, el doctor Edua rdo Keymer Fresno. Otro gesto recordatorio lo constituye e l "Premio Profesor Carlos Monckeberg Bravo" insti tuido en e l año 2001 por la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología para el m('.jor trabajo anual sobre perinatología, y con ello revivir la memoria de quien fue su primer presidente. Este premio se gestó por una solicitud hecha por quien relata estos he- chos, como ex presidente, al doctor Cristián Miranda en ese momento Pre- sidente de la Sociedad Chilena de Obstetricia yGinecología, el cual es gine- cólogo del Departamento de Gineco-obste tricia del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, en este logro actuaron dos médicos que pertenecen a la Cátedra que se creara en 1927, casualidades que se conjugan e n la histo- ria. Así doy fin al relato en forma sucinta, ele una época maravillosa en que las falencias técnicas eran suplidas con el dominio de las maniobras obsté tri- cas y asumiendo responsabilidades con una entrega total, para lograr mu- chas veces buenos resultados que nos llenaban de orgullo por ser un triunfo personal y mucho dolor frente al fracaso. 28

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