Huella y presencia (tomo IV)
PROF. Mn,tí MAR1Nov1c Z1ATAR Dr. Fernando Lolas. Conocía sus escritos por los que había obtenido él, muy joven, el Premio Municipal de Literatura. Sus Notas al margen fueron una lectura inspiradora para mi visión humanística y mis inquietudes científicas. Como Director de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, me invitó a dar una Conferencia con motivo de la inauguració n de una exposición de propues- tas de diseño sobre el espacio en el estudio y tratamiento de la conducta. Esa Conferencia se transformó en un pequeño libro, Espacialidad Humana y Arte, presentado durante la Escuela de Temporada de enero de 1992. Seguí colaborando cuando me solicitó, como uno ele los editores de la Enciclopedia Iberoamericana de Psiquiatría, escribir e l capíLUlo de Arte (Psicología del Arte) y la microentradas correspondientes. Nuevamente cooperé con él en otra Escuela de Verano en un curso sobre "La Dimensión Humana del Ambien- te", donde expusieron también los doctores Otto Dorr y Rafael Parada. Sur- gió una publicación conjunta que llevó ese mismo título. La apertura al tema ambiental representó para mí una nueva línea de estudio y reflexión. En el XIII Congreso Inte rnacional de Estética en Helsinki envié un trabajo sobre la responsabilidad del mundo del arte ante los pro- blemas ambientales. Sucedió algo especial. La Universidad de Helsinki me dio una beca para asistir, pero los recursos eran escasos y decidí no concu- rrir. Le pedí a una amiga que lo expusiera en mi nombre. El trabajo fue seleccionado para una publicación posterior, en la cual compartí mi modes- to trabajo con estetas y críticos de gran prestigio, como A. C. Dan to d e la Columbia University. Fue el único trabajo seleccionado de los tres presenta- dos por académicos de la Universidad de Chile. Esa oportunidad me dio nuevos bríos para explorar los apo rtes de la Estética Psicológica en el campo crítico e histórico del arte e intensificar el estudio de problemas específicos del arte y los artistas en sus diversas disci- plinas. Compartí formalmente con el historiador de arte inglés, E. Lucie Smith, su conferencia sobre la obra del artistajean Rustin en el Museo de Arte Contemporáneo, ciando mi visión psico-estética. Otros especialistas del mundo del arte han venido a confirmar la importancia que le he concedido por largos años al arte en la construcción de la identidad nacio nal. Encon- tré casual y recientemente una cita de un texto mío en un artículo apareci- do en los Welsh Arts Archive, cuyo au tor es el artista y escritor Iwan Bala. Para reforzar su idea de que en el arte se puede reflejar la expresión ele una comunidad, recurre a lo que escribí en el catálogo bilingüe de una Muestra del Nuevo Arte de Croacia en la Bienal de Venecia, exhibida hace pocos años en nuestro Museo, que en su versión en español decía: La cultura hace a una nación. Las artes se inscriben en una lógica sim- bólico-expresiva estrechamente ligada a la identidad de un pueblo, en- tendida como un proceso dinámico que va grabando prácticas, símbo- los y valores compartidos. Es por eso que los croatas han conservado su identidad durante siglos, apoyándose en su cultura y pese a las dificulta- 131
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