Huella y presencia (tomo IV)
PROF. M1 :1-1í MARl1'0VJC ZIATAR obra plástica, que el examen clínico debe coger e integrar en el estudio de la personalidad global donde encontrará su justa interpre tación. Su estu- dio, paralelo al del pensamiento mórbido y del delirio, permite aprehender la enfennedad en totalidad, en una perspectiva de comprensión humana. Actualmente, la S.I .P.E. ha agregado a su denominación tradicional el término Arte Terapia, reconociendo las funciones terapéuticas de los proce- sos del arte, como es la creatividad. Logré mantenerme activa proyectándome, en lo posible, hacia un futuro que permitiera decir algún día lo que expresara aquel catedrático español cuando se reincorporó a la Universidad: "Como decíamos ayer...". Du ran te los años que estuve ausente de e lla, seguí a tendiendo estudiantes y memoristas de diversas universidades que ve nían a consultarme en la ofici- na que tengo en mi casa, tal como lo hago hasta el día de hoy. En 1985, gracias al aviso de un diario, me enteré que, la que había sido mi Facultad en la Universidad de Chile, llamaba a concurso para desempeñar un cargo académico por 8 horas en Psicología del Arte para un curso de Postgrado en e l Magíster en Teoría e Historia de l Arte. Era mi oportunidad para reencontrarme con la institución donde me formé y dedicarme por entero a mi vocación. No eran mucho las 8 horas que o frecían , pero estaba dispues- ta a una dedicación de tiempo completo. Gané e l concurso y tuve la grata sorpresa de que el Director Académico de la Facultad era Luis Merino, para cuya tesis doctoral había grabado con un pequeño grupo del Coro Ars Viva, la Misa de Francisco Guerrero de 1582. Este hecho permitió presentar la P audición de esta obra en Chile en noviembre de 1980. Como el terremoto había afectado gravemente al Museo de Arte Con- temporáneo, donde se iba a realizar el curso, me incorporé a la docencia de pregrado. En 1985 partí a Londres a exponer un trabaj o con mi experiencia de los 25 años en e l Hospital Salvador. Allí establecí nuevos vínculos interna- cionales que han ido dando frutos. Aunque las organizaciones en las cuales participaba estaban dedicadas p rima riamente a fi nes terapéuticos, integra- ban en sus debates a teóricos y críticos de arte con especialistas en ciencias de la conducta. En 1989 creamos con B. Stoll , el "International Networking Group ofArtTherapists", que reúne a representantes de 77 países. La psico- logía de las artes empezó a ser un tema que despertaba crecien te interés. Conocí al famoso psicólogo de la conduc ta y esteta expe rimen tal, muy antipsicoanalítico, H. Eysenck. Al visitar la Biblioteca del Departamento de Psicología del Insti tuto de Psiquia tría de la Universidad de Londres, tuve el agrado de conocer su tesis doctoral sobre Aesthetic AjJpreciation. En la Unive rsidad pasé a se r miembro de la Comisión Electoral Central. Me correspondió participar en la organización de la primera elección de Rector al regreso de la democracia. En los debates se tendía a destacar el aporte de los profesores de j ornada completa, porque se pensaba que la universidad no e ra prioritaria para los de dedicación parcial. Era tal mi sen- timiento de compromiso con la actividad académica que, de pronto, me 129
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