Huella y presencia (tomo IV)

HVELIA y PRl•~~E:-;crA IV que valoraron mi experiencia en Terapias de Artes. En 1982 pasé a ser miem- bro profesional de la American Art Therapy Association que reconoció mi labor pionera en Chile. Más adelante me incorporé a la Société Internationale de Psychopathologie de l'Expression, una de las sociedades constituyentes de la Asociación Mundial de Psiquiatría desde 1961, con sede en Paris, de la cual soy Vicepresidenta desde 2000. En Londres, conocí personalmente a uno de sus fundadores, el Dr. Robert Volmat, con quien mantuve lazos aca- démicos y estimulante correspondencia hasta su fallecimiento en 1998. Desde hacía muchos años sabía de su trayectoria. En el ler Congreso Mundial de Psiquiatría, organizado en París por Henry Ey, Volma t tuvo el mérito de emprender el estudio de obras provenientes de 30 colecciones de 17 países que se exhibieron en la gran exposición de Arte Psicopatológico efectuada en el Hospital Sainte Anne. Era el Jefe de Clínica del Servicio del profesor Jean Delay, conocido por sus estudios clínicos sobre la clorpromazina, substancia que contribuyera a modificar la atmósfera de los hospitales psiquiátricos y los antiguos métodos de contención de las enfer- medades mentales. Volmat fue el autor de L' Art Psychopatologique, precedido por Images de la folie, de autoría conjunta con Delay. Fue, además.Jefe de la Sección de Psicopatología de la Expresión de la Asociación Mundial de Psi- quiatría, resultado de su interés porque las comunicaciones no verbales fue- ran parte integrante de la Psiquiatría. La última vez que lo vi fue en el Con- greso Mundial de Psiquiatría efectuado en Brasil e l a110 1993, donde enfer- mo, pero siempre entusiasta, participó en los simposios que había organiza- do, en los cuales me había invitado a exponer. Era tal su motivación por la disciplina, que fue capaz de sobrevivir a un coma profundo de 3 meses, consecuencia de complicaciones infecciosas surgidas con posterioridad a una cirugía cardíaca. Probablemente, le habría sido más fácil a Volmat actuar en otros ámbitos de la psiquiatría, como la Psicofarmacología o la Psiquiatría Biológica. Pero él amaba verdaderamente el arte, no sólo la expresión artística de los enfer- mos. Su publicación de 1956 sigue siendo valiosa, pese a los enormes cam- bios experimentados en la psiquiatría contemporánea. Se ha comentado su antipatía por el movimiento del "arte bruto" que liderara el artista Dubuffet, para quien sólo el "arte no cultural" merecía ser llamado de ese modo. Cuan- do e l Dr. Sergio Pe11a y Lillo se pronuncia en contra de una "Psicopatología del Arte" en su libro sobre El Quijote, El Príncipe de la Locura, señala que la patología en sí misma no puede "ser una condición favorecedora de su co- nocimiento o de su creatividad". Yagrega "lo que ocurre es que los genios que han sido insanos son creadores por ser genios y no por ser locos". De acuerdo, no es e l arte el psicopatológico, sino las formas de expresión del suj eto enfermo. Al respecto, Volmat decía que en sentido estricto no se pue- de hablar de arte patológico, ya que tanto las reacciones sanas como las patológicas se proyectan en las manifestaciones artísticas de los enfermos. Se trata de un comportamiento particular, el del enfermo que hace una 128

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