Huella y presencia (tomo IV)
HU1':l.lA Y l'Rl•~<;¡.::,.C[A IV vida me ha llevado a estar cerca de los que lo ejercen. En mi caso, cuanto más he ido avanzando en años, más me he dado cuenta de la importan- cia del trabajo más específicamente académico, por sobre los cargos que, a veces, pueden inte rferir o limitar su desarrollo. Añoraba el estudio, e l dejar tiempo para pensar y enseñar, escribir sin la premura que existe hoy por publicar sin perecer. El balance que permite hacer el tiempo, me lleva a recordar que pude tener otros cargos que son muy respeta- bles, pero no dan las satisfacciones que se obtiene en el quehacer acadé- mico de trasmitir y crear conocimiento. SOBRl·:VIVE:-ICIA Y RE:-IACIMIE~TO ACADJ\~1!C:O En 1977 me interesó indagar sobre los inté rpre tes de arte, acerca de los cuales existían muy pocos estudios. Habitualmente han sido conside- rados ejecutantes, transmisores, artistas d e éxito efímero, comparativa- mente con el de los artistas conocidos como creadores. Para conocer la experiencia misma y con los antecedentes de mi formación musical y la atracción por ella, decidí ingresar a un coro. Postulé al Coro Ars Viva, dirigido por Waldo Aránguiz, de participación activa en la vida musical chilena. Mi intento adolescente de cantar en el coro de Mario Baeza no había recibido el apoyo de mis padres y ésta era la oportunidad de hacer- lo. Fui aprobada como mezzosoprano, aunque e n la medida que fui estu- diando canto, cambié a la cuerda de soprano. La primera obra en la que participé fue la Fantasía Coral de Beethoven en e l Teatro Municipal. In- terpretamos hasta 1985, algunas de las mejores obras de Mozart, Bach, Haende l y otros grandes maestros d e la música con la Orquesta Sinfó nica d e la Universidad de Chile, la Filarmónica, orquestas de Cámara y con los mejores directores nacionales y extranjeros en Santiago, Frutillar, el norte de Chile y otros países. Recuerdo una de mis escasas intervencio- n es solísticas. Fue en la sala Claudio Arra u del Teatro Municipal durante un concierto de canciones populares escritas por Bee thoven. Tuve a mi cargo canciones polacas y parece que no lo hice mal. Lamentabl emente, el crítico y Premio Nacional, Fede rico Heinlein, no publicó su crítica habitual , según dij eron , por un desfase entre el conjunto instrumental y algún solista de envergadura. Cantar en coro fue una hermosa experien- cia que me permitió vivir intensamente la música, desde una p e rspectiva nueva y sentirme apoyada en momentos difíciles como e l de mi exilio académico. Para la Navidad de 1974, el diario El Mercurio había publicado entre- vistas a un gran número de p ersonas representativas d e distintos sectores de la actividad nacional acerca de "La Pascua y la gente". Cuando me preguntaron cual es la Navidad que desearía olvidar y cual sería para mí e l mejor regalo, 1·espondí sin vacilar: 126
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