Huella y presencia (tomo IV)

PROF. Mn-1í MARIM>v1c Z1XfAR ron a proposllo de una representación teatral de una obra de Adam Mickiewicz, el Shakespeare de ese país, donde se hacía referencia a los ru- sos. Los jóvenes se expresaron con rechiflas. En los días siguientes se produ- jo la movilización estudiantil, especialmente e n las facultades humanísticas. Cuando surgió después el movimiento "Solidaridad", reconocí algunos nom- bres d e los dirigentes estudiantiles ele aquel tiempo. En esos mismos años fue nombrado cardenal el actual papa Wojtila. Conocer Polonia fue estar en contacto con una cul tura ele grandes tradi- ciones, de lucha por la independe ncia y donde el a rte ha ejercido una im- portante función liberadora. Los festivales de Otoño y los de Chopin en la música, el teatro, el cine, las bien ales de artes visuales son relevan tes a tal punto que junto con el Dr. Armando Roa, tratamos de traer para la celebra- ción del Sesquicente nario de la Universidad de Chile a uno de los más gran- des compositores po lacos, Penderecki . Lamentablemente esta visita no se pudo realizar a última hora por enfermedad del músico. En esa época vivían en Polonia varios becados universitarios chilenos. Entre ellos los pianistas, Roberto Bravo y Elisa Alsina; el economista Máxi- mo Lira; el especialista e n Matemáticas y Lógica Simbólica, Emilio del Solar, hijo del Premio Nacional de Literatura, Hernán del Solar. Un día fuimos a escuchar un concierto ele Roberto Bravo en el gran Parque Lazienki al lado de la escultura en home naje a Chopin. Al otro día apareció una foto en el principal diario ele Varsovia, en la cual est,ibamos mi marido y yo escuchan- do el concierto, con la siguiente leyenda: "Dos típicos varsovianos escuchan el concierto del pianista italiano Robe rto Bravo". Si bien regresamos a Chi le al cabo d e tres años, mi participación en la Comisión de la Mt\j er se extendió po r 6 a11os. La última chilena que había participado en ella había sido Gabriela Mistral, lo cual significaba una vara puesta en un lugar muy alto para quien la siguiera. Me correspond ió viajar cada año, alternadamente a Ginebra y a Nueva York, para asistir a los perío- dos de sesiones. Entre las principales tareas que debí cumplir, estuvo la pre- paración de la Declaració n de la Eliminación ele la Discriminación que sir- vió de base a la Convenció n y el programa a largo plazo para el adelanto de la mujer destinado a llevar los principios a la práctica. Es evidente que cual- quier proceso de cambios exige un cambio ele actitudes y un a nueva manera de vivir y que es grande la distancia que separa la legislación y la práctica, los derechos y las oportunidades. Desde entonces hasta ahora, muchas cosas h an cambiado, no sólo en tre las 1m~jeres, sino también entre los hombres. Pienso que debemos seguir esforzándonos por lograr que la mujer sea reco· nocida verdade ramen te e n su dign idad humana para que pueda compartir y aportar e n igualdad de condiciones a la sociedad, pero igualmen te le sea reconocida su dignidad específica como mt\jc r, tarea a la cual debieran con- tribuir no sólo los políticos, sino también las instituciones sociales y los espe- cialistas en las diferentes áreas del saber. Realizar estas tareas me significó alcanzar posiciones ele liderazgo en la 123

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