Huella y presencia (tomo IV)
HliEI.IA Y l'RléSE;':CIA JV tras que en 1950 crearon en Francia la Société lntemationale de Psycho/Jathologie de l'Expression, iniciamos por primera vez en Chile el trabajo sistemático de aplicación clínica de las artes, principalmente, artes visuales (arte te rapia) y psicodrama. Más adelante, música, sonido y movimiento, para abrir e l paso a las terapias de artes en sus diversas modalidades. Participé entusiastamente de aquel modo de concebir yactuar en el campo de la salud, que echó las bases en Chile de una nueva acti tud y cultura médi- cas, presentes, en la actualidad, en el debate médico, científico-social y éti- co. Estaba claro para nosotros que dar cuenta de la pluridimensionalidad humana y enfrentar los problemas de una sociedad en cambio, implica am- pliar los horizontes y anicular los postulados de las ciencias naturales y so- ciales con el mundo del espíritu. Ahí empezó mi vocación académica, que en su veta artístico estética se inspirara en lo aprendido con Oyarzún y Pereira Salas, Roa y Vergara Grez. Formábamos parte de la cátedra de psiquiatría del profesor Téllez. Recuer- do que mi primera clase universitaria estuvo d irigida a médicos y auspiciada por la Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile en 1956. En el Auditorio del Instituto de Neurocirugía expuse el tema "Expresión Plástica de PsicóLicos". Desde ese año colaboré permanen- temente con numerosos cursos de Psiquiatría de pre y postgrado en clases lectivas y pasos prácticos de la carrera de Medicina y de Kinesiología, llegan- do en los años 70 a ser profesora encargada del curso de Psicología de la carrera de Kinesiterapia y formando parte de las Comisiones de Exámenes de Grado. Presentábamos nuestras experiencias y criterios en diferentes Sociedades Médicas y Servicios, como también en la recién creada Sociedad Chilena de Medicina Psicosomática. Mis antiguas aspiraciones médicas se proyectaban en un intenso tra- bajo clínico y fo rmativo colaborando con los médicos. En las reuniones bibliográficas, que se realizaban cada quince días , me ofrecía para selec- cionar artículos de los números más recientes d e Revistas como el journal ofPsychosomatic Medicine, traducirlos y ofrecerlos a la discusión de los es- pecialistas. Por otra parte, exponíamos trabajos sobre arte, filosofía, an- tropología y sociología. Hacíamos trabajo en terreno en horas vesperti- nas sin ningún pago de horas extra, sólo con la mística de servir y hacer bien las cosas. Además de arte terapia, que incluía la evaluación y segui- miento de los pacientes a través de su expresión artística, trabajé en psicodrama para, en los últimos a ii.os , integrar las diferentes modalida- des de expresión artística, incorporando música y movimiento. Participé en salud mental escolar, materno-infantil , terapia familiar y otras activi- dades donde siempre tenía cabida el arte en esa renovada concepción del trabajo en equipo. Nuevamente, surge un recuerdo donde se enlaza lo profesional con la vida privada. Mientras trabajábamos en un plan de salud materno in- fanti l con embarazadas que preparábamos para el llamado parto 114
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