Huella y presencia (tomo IV)

HLJELIA Y l'RESE1'CIA IV Ciencias y Artes Plásticas (el nombre que tenía entonces la actual Facul- tad de Artes) fue premonitorio en mi futuro profesional nos deslumbra- ba con su palabra y pensamiento. Fue maestro y guía de mi memoria de título: "La Expresión Artística: aspectos estéticos, psicológicos y clínicos". Mantuve hasta su fallecimiento a los 52 años una relación de amistad y afecto recíproco. Se vivía la efervescencia del interés juvenil por los conciertos sinfónicos, los festivales de música chilena, el ballet y el teatro. Participé en el grupo de "Estudiantes Plásticos", desde donde surgieron destacados artistas visuales. Fui testigo de la llamada por Oyarzún, Cultura del Parque Forestal, aquella que Hernán Godoy describió como "una profusión de grup9s que por dis- tintos caminos y estilos buscaban reinterpretar a Chi le y vivir contemporáneamente con Europa y el mundo". Entre sus protagonistas se encontraban Lihn, Lafourcade, Edwards, el pintor Carlos Faz, los mimos de Jodorowsky y la rubia trenza de Rocío Rovira. Ya en el Pedagógico me conecté con la Psiquiatría. Varios de los profeso- res de Psicología eran psiquiatras. Uno de ellos nos llevó a conocer la extra- ñeza y los desvaríos de los enfermos mentales al antiguo "manicomio". Otro nos entrenaba en el psicoanálisis y su regla de oro. Los maestros nos ayuda- ban a ampliar nuestras perspectivas de pensamiento y acción. Ese mismo año se produjo el encuentro con el que es mi marido des- de hace cincuenta a11os: VíctorJadresic, entonces médico de la Clínica Psi- quiátrica de la Universidad de Chile dirigida por e l Dr. Ignacio Matte. Le hablé de mi interés por la expresión artística de los llamados insanos y eso facilitó el encuentro y las coincidencias. Ya entonces, la inquieta estudiante del Bellas Artes, delegada de curso, organizadora del centro deportivo de la Escuela, había hecho.junto al pin- tor Camilo Morí, su primer discurso público en la Escuela de Bellas Artes en una ceremonia promovida por el Movimiento de Partidarios de la Paz (con la paloma de Picasso como emblema). Antes de un año me casé y a los nueve meses di a luz mi primer hijo. Fue otro encuentro privado con la medicina, determinante del sentido que bus- qué y le fui dando a mi vida desde entonces. Mi hijo mayor tiene parálisis cerebral por un accidente de parto y nos acompa1'ia hasta hoy día. Me aten- dió el mejor obstetra de nuestro país, después nombrado "maestro de la obstetricia". Nunca quise que me atendiera otro. Tengo cuatro hijos y agra- dezco a Dios por lo que cada uno de ellos me ha dado sin haberles pedido nada. Estudiar y amamantar un hijo no era fácil, pero mis profesores de la Universidad de Chile, como Israel Roa, gran maestro de la acuarela y Pre- mio Nacional de Arte recientemente fallecido, me ayudaban. Más de alguna vez lo llevé a clases, lo ponía en un cajón mientras pintábamos con modelo vivo. Vivir al frente de la Escuela y del Parque Forestal favorecía el cumpli- miento de mis obligaciones. 112

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