Huella y presencia (tomo III)

y Rilke llega a compararla incluso con la grandeza divina, cuando dice: "Oh, ángel, ella lo era, grande; ¿pero también a tu lado?". Sin embargo, el actuar humano no es sólo redimible por la arquitectura y la escultura; también existen otras formas de creación humana que justifi- can su existencia y lo hacen digno, si no de emular, al menos de mirar hacia los dioses y de ser aceptado por ellos. Y estos elementos son la música y el amor. La primera es la máxima creación del espíritu humano, porque en ella se unen las emociones más viscerales con lo más espiritual y abstracto; y por eso, por ser tan inmaterial, es que nos transciende absolutamente (" (ella) ascendía aún más lejos y nos sobrepasaba"), venciendo comominguna otra obra humana al tiempo y a la muerte. En uno de sus "Poemas Dispersos" dedicado a la música ("An die Musik", 13) el poeta sostiene la misma idea de la trascendencia de la música: "...Música, tú , extraña. Tú, espacio del corazón desprendido de nosotros: tú, nuestro más íntimo espacio que presiona por salir y nos trasciende... ". Por último, el amor -representado en esta elegía por la amante solitaria en la ventana nocturna- es también una invención humana, porque sobre- pasa con mucho al instinto sexual, pero también a ese sentimiento de soli- daridad entre los miembros de una misma especie, tan necesario para la sobrevivencia dentro del reino animal. El amor, al igual que la música, es capaz de superar el espacio, el tiempo y la muerte. Con respecto al espacio, Rilke nos dirá en su traducción libre del séptimo de los "Sonnets from the portuguese", de la poetisa romántica inglesa Elizabeth Barrett-Browning (14): "Sólo donde tú estás nace un lugar (para mí)", es decir, la superación de la leydel espacio vital, de ese espacio del desplazamiento del otro. En lo que se refiere al tiempo, la misma poetisa nos dice en el Soneto N 2 41 de la obra citada: "That they should lend it utterance, and salute Love that endures, from Life that disappears!" (¡Que ellos expresen en palabras y saluden al amor que perdura, desde la vida que desaparece!) La idea de la intemporalidad del amor aparece también en la Segunda Elegía, cuando el poeta, dirigiéndose a una pareja que se ama, afirma en una suerte de crescendo: "Porque la caricia os retiene..."; luego, "porque debajo presentís la pura duración"; para terminar con ese maravilloso verso que dice: " (porque) es casi eternidad lo que os prometéis en cada abrazo" (ver O . Dórr, 2). Por último, Rilke, siguiendo a otros poetas como Schiller y el músico ypoeta Richard Wagner, que en diferentes versos cantaron al amor 102

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