Huella y presencia (tomo III)

HUél.lA Y PIU-~~l•::W:IA 111 empezando por el plástico, aunque también los son la moda, los programas políticos, las famas inventadas por la prensa y tantas otras cosas creadas por el hombre. Pero al mismo tiempo se trata de un mundo obsesionado por lo abstracto y es probable que desde allí le venga su poder y su peligro: "algo que pertenece por completo a lo pensable, como si estuviera aún del todo en el cerebro", nos dice Rilke. Se podría pensar que en este último verso el poeta nos está anunciando el mundo de la computación, obtenido a través del desarrollo de la más pura abstracción y su aplicación a la técnica, instru- mento extraordinario y casi diabólico que ha permitido multiplicar al infini- to las capacidades humanas. Yluego, en una suerte de premonición memo- rable, nos anuncia el poeta en esta elegía uno de los grandes peligros de este proceso de deshumanización tecnológica: las centrales atómicas y su enorme despliegue de energía ("Vastas reservas de energía se crea el espíri- tu del tiempo, pero amorfas..."), en un mundo que dará vueltas las espaldas a la trascendencia ("... El ya no conoce templos"). Sobre el mismo tema del imperio de lo caduco y perecedero en el mundo moderno nos habla el poeta en una carta que le escribiera a su editor en polaco, Wietold Hulewicz, el 13 de Noviembre de 1925 (12) :iusto un año antes de su muerte- y en la cual intenta explicarle el senti- do de las Elegías delDuino. Así, en una parte le dice: "...Aun para nuestros abuelos 'una casa', 'una fuente', 'un torreón familiar', sí, su propio atuen- do, su abrigo, les eran infinitamente más familiares. Cada cosa era como una vasija en la cual ellos encontraban algo humano y a la que añadían algo humano. Ahora, desde los Estados Unidos, nos mandan cosas va- cías, indiferentes, meras apariencias, objetos simulados de la vida... Una casa, en la inteligencia norteamericana, una manzana norteamericana, una vid de allá no tienen nada en común con la casa, la fruta, la uva, con las que se compenetraba la esperanza y la reflexión de nuestros antepa- sados. Las cosas revivificadas y vivenciadas, las cosas consabidoras de no- sotros, se están agotando y ya no pueden ser reemplazadas. Nosotros somos quizá los últimos que aún las hemos conocido. Sobre nosotros pesa la responsabilidad, no sólo de mantener su recuerdo (esto sería poco y de desconfiar), sino su valor humano y lárico (en el sentido de los dioses domésticos)". Y termina este párrafo con un llamado a tomar con- ciencia de nuestra tarea, la gran tarea del hombre: "La tierra no tiene otra salida que la de hacerse invisible en nosotros; sólo en nosotros se puede consumar esta transformación íntima y duradera de lo visible en invisible...". Ycon este llamado de Rilke a transformar la tierra y los objetos de ella hacia lo espiritual y trascendente abandonamos el terreno de los peligros que encierran las acciones del hombre, para pasar a analizar lo que nos enseña el poeta con respecto a la posibilidad de descubrir su lado positivo, de encontrarle un sentido al actuar humano. Yasí, en la estrofa siguiente de la misma Séptima Elegía, leemos: 100

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=