Huella y presencia (tomo III)
HUEUA Y l'RESENCIA lll ta: una vida plenamente vivida en esta tierra, con sus arraigos y desarraigos, con sus momentos de felicidad y de dolor o esta vida trunca de los jóvenes difuntos (aunque también d e los héroes) , pero que implica el haber accedi- do al espacio d e lo ete rno, salvándose d e todas las heridas y deterioros que va dejando en nosotros la transitoriedad propia de la vida y de este mundo? Y en este espacio es donde se cruzan la palabra y el silencio ("el mensaj e incesante que se forma del silencio"), al igual que en la música -también producto del dolor provocado por una muerte prematura- y donde los soni- dos carecerían absolutamente de sentido si no existiesen al mismo tiempo los silencios que los separan y los unen. No pod emos sino volver a recordar aquí la ya mencionada frase de Heidegger: "Das Wo rt ist d~s Gelaut d er Stille" (la palabra es e l repique de campanas del silencio) (5). Esta idea de la proximidad del silencio y la palabra vuelve a aparecer más adelante, al final de la estrofa citada, con la imagen del hablar quedo del destino de losjóvenes difuntos hacia nosotros, los mortales, que todavía ha- bitamos la tierra. Pero esto ocurre cuando visitamos algún lugar sagrado y nos abrimos a la palabra de los dioses o al menos de aquellosjóvenes que han cruzado ya el umbral del más allá. Por último, cabría recordar que en la Décima Elegía esa especie de Virgilio que es "die Klage", que tradujimos como "la lamentació n", personaje que acompaña a los difuntos en su viaje al más allá, comunica a los jóvenes muertos cuáles son sus tesoros, mientras "camina en silencio": "pe rlas de sufrimiento y los finos velos de la tolerancia". En suma, el silencio es el ámbito de las cosas esenciales. Nos lo dicen los poetas como Rilke y los filósofos como Heidegger, pero también nuestra vida cotidiana. ¿Cómo podríamos desarrollar un pensamiento profundo, elevar una oración, crear una obra de arte, hace r un descubrimiento científico o vivir un verdadero amor en un ambiente ruidoso? Grande es entonces la preocupación cuando observamos el absoluto impe rio del ruido en nuestro mundo contemporáneo y particularmente en las ciudades de nuestro país. ¿Será que estamos llegando no sólo al fin de la filosofía, como dice Heidegger (6, p . 61) . sino también al fin de la posibilidad de pensar, de amar y de orar? RII.KE Y IA l'AIABRA El poeta también se refiere en las elegías a otra función de la palabra fuera de la de transmitir mensajes entre los hombres y los dioses, en silen- cio. Y así, en la Novena Elegía leemos: "...¿qué se lleva uno hacia el más allá? No el mirar, aquí lentamente aprendido, y nada de lo que aquí ocurrió. Nada. Pero sí los dolores. Sobre todo la pesadumbre, también la larga expe riencia del amor: es decir, 96 / /
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