Huella y presencia (tomo III)

DR. ALEJANDRO Go1c G. desarrollo y un impacto social menor, en términos relativos, que las ciencias experimentales. En verdad, los hallazgos científicos y tecnológicos han per- mitido proporcionar al hombre y a la humanidad un mayor bienestar, el acceso a bienes inimaginables en el pasado y de impensadas facilidades en el desarrollo de sus labores cotidianas. Sin embargo, la pregunta es si estos descubrimientos y bienes han proporcionado al hombre y a la humanidad mayor sabiduría y felicidad y, lo que tal vez es más importante, si han contri- buido a su perfeccionamiento moral. Por eso es que los hallazgos de las ciencias experimentales requieren ser sometidos a una reflexión intelectual que vaya más allá de los datos empíricos. Se trata de indagar reflexivamente hasta dónde los datos empíricos son un fiel reflejo de la realidad tal cual ella es, entre otras, la realidad del hombre. Esta es una tarea de la filosofía, dado que la ciencia experimental carece de los conceptos y métodos de reflexión necesarios para aclarar este tipo de problemas. La filosofía a su vez, no pue- de prescindir de los hallazgos experimentales ya que sin ellos se convertiría en una adquisición vana. A partir de los datos empíricos es que se debe intentar, mediante una operación de la inteligencia entrenada, aclarar su real significado. Esta concepción de la medicina es la que ha inspirado la reforma curricular en nuestra Facultad y es la razón de la creciente importancia que en la for- mación de los estudiantes ha adquirido la enseñanza de las "humanidades médicas". Esta expresión, aunque tiene distintos significados y modos de en- tenderse, se refiere a un conjunto de disciplinas educacionales que se distin- guen por su contenido y método de las ciencias biológicas y físicas. En últi- mo término, lo que se persigue es una formación integral del estudiante, que incluya no sólo la enseñanza-aprendizaje de las ciencias biológicas, sino que además de la antropología, la ética, la historia, las ciencias sociales y la psicología médicas. Al parecer, con este tercer tomo de Huella y Presencia se completa un ciclo. Pero, sea este libro u otro por venir, siempre será necesario un vehícu- lo que permita mostrar la realidad humana de la Facultad de Medicina, que por cierto trasciende sus laboratorios y aulas y su fachada de altas e impre- sionantes columnas martinecianas. Ojalá que el espíritu que ha animado la publicación de Huella y Presencia se pudiera mantener y extender a toda nuestra Universidad, con el fin de ayudarla a constituirse en un ente educa- cional ejemplar, una comunidad cohesionada capaz de dar orientación inte- lectual y espiritual a la sociedad y contribuir decisivamente al desarrollo cultural de nuestro país. 11

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