Huella y presencia (tomo III)
HURLA Y PRESENCIA 111 humanístico para la mejor comprensión del ser humano. Fue una pieza magistral, un verdadero testamento de su caudal de gran universitario y hombre de bien. Fue su última clase a salón lleno en la Casa de Bello. Antes de leer las disúnciones que recibió con alegría y emocionada grati- tud, diré que conversando con él un día, le pregunté cual de los homenajes recibidos le gustó más. Entonces me respondió: "Cuando yo ya no esté en este mundo, lo que me llegará como el mejor de los reconocimientos es que una voz que me quiera con benignidad hacia mí diga: Emilio Croizet fue un hombre bueno". DISTINCIONES RECIBIDAS l. Miembro Académico de la Universidad de Chile. 2 y 3. Nombramiento de Miembro Académico de la Facultad de Medicina y de Profesor Extraordinario de ella. 4. Miembro Fundador de la Academia del Instituto de Chile. 5. Medalla y Diploma de la Legion de Honor de Francia. Nombrado en el grado de Caballero, recibidos de manos del Embaja- dor en una ceremonia efectuada en la Embajada de Francia. Así llegamos al final de esta semblanza y discurso de homenaje a este Gran Señor y Gran Caballero de las aulas de Medicina de esta querida Uni- versidad de Chile, a quien Emilio Croizet entregó 64 años de su vida tenien- do siempre en su conducta ética de profesional, de Maestro y de ser huma- no un lema que aprendió desde niño en Francia y que fue un Faro en su conciencia: Aimez le Bien, Aimez le Beau! ¡Amad el Bien, amad lo Bello! Fui invitada a entregar esta contribución al Libro III "Huella y Presen- cia" por la entusiasta, estimada y disúnguida editora, también mi amiga, Sra. Amanda Fuller. Agradezco esta distinción que me permite dejar estas hue- llas de mi paso universitario: por razones de prudencia en el uso de espacios sólo pondré una fracción de mis vivencias universitarias. Después de 33 días de penosa enfermedad, falleció Emilio Croizet en un 28 de abril de 1965. Su médico de cabecera fue el insigne internista y cardió- logo Dr. Alejandro Carretón. Discípulo afectuoso y admirador de Emilio desde su época de estudiante, a medida que la enfermedad se complicaba tomaba interconsulta y hacía venir a la casa a los excelentes profesionales Dres. Antonio del Solar, Sergio Ferrer y Anibal Varela. Todos tuvieron una actitud profesional y humana de excelencia con su querido Maestro y eran un constante apoyo moral para mí. La Facultad de Medicina también se hacía presen te en su preocupación por nosotros y sus delicadezas fueron algo inolvidable. El día del deceso el primero en llegar fue el Dr. Carretón, 84
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