Huella y presencia (tomo III)

DRA. VALE~TINA ACO!>TA DE CROIZET El Greco, Murillo, y otros del Museo del Prado. En otra oportunidad veremos castillos de Europa, especialmente los castillos del Loira (Le chateaux de la Loire). También revisábamos libros dedicados a los Muebles de Estilo según las épocas. Y así una fuente inagotable de cultura. La proximidad a él equivalía a disfrutar de una beca científica de Anato- mía Patológica de excelencia y a una beca cultural permanente con un in- tercambio de vivencias, recuerdos y opiniones subjetivas que producían un invisible y enriquecedor conocimiento mutuo y recónditas armonías. Me favoreció habe r estudiado algunos años Pedagogía en Francés y Filosofía en otra universidad para conversar con é l en ambos idiomas y tener mayor acervo cultural. Tenía el poder de iluminar lo cotidiano con estrofas o versos, haciendo que lo opaco y lo oscuro se hiciera luminoso. También es muy propio de los franceses tener las frases oportunas en el momento preciso, para levantar los ánimos, actuar o sin te tizar una cir- cunstancia. Conversar con él era estar en otra dimensión de espíritu, fuera de la pequeñez y de la vulgaridad. Decía que había que alejarse de toda ruindad y de lo negativo de la vida porque hacía mal al alma. Le oí en algunas ocasiones decir: "La tentación seduce, e l juicio engaña en los zarzales del camino, alguna cosa pierde cada cual, la oveja su blanca lana, el hombre su virtud" (Traducción de Bello a Víctor Hugo de La Oración por Todos). Otras de sus facetas: su Fe Católica, profunda, sin aspavientos, silenciosa y siempre presente en sus actos; tenía el alto concepto y respetabilidad que merece la mujer, a su madre la tenía en el altar de su corazón. Su sensibili- dad lo hacía buscar lo mejor para los demás. Fui testigo que un día, al cam- biar de súbito el tiempo y ponerse a llover, al desprevenido personal femeni- no del Instituto lo mandó en taxi a sus casas. Acompañaba personalmente al hospital a quien estuviera con síntomas extraños de enfermedad, para que sus colegas (todos ex alumnos de él) procuraran diagnosticar y tratar e l caso. El espíritu de servicio también campeaba en nuestro querido Hospital J. J. Aguirre, no se le cobraba a los funcionarios enfermos. Existía una acepta- ción mental y administrativa que todos los que trabajábamos en el combate de la enfermedad, formábamos una especie de Cuerpo Místico de la Salud. Al jubilar, en 1956, la Facultad de Medicina le encarga e l discurso de recepción a los alumnos del ler. año de la Carrera. En e l Salón de Honor de la Universidad de Chile, en sesión solemne presidida por el Rector Don Juan Gómez Millas, el Decano de la Facultad, Prof. Alejandro Garretón Silva, y el Secretario de ella, Prof. Amador Neghme. Dirigién- dose a la juventud que comenzaba recién a dar sus primeros pasos en el esforzado camino de la formación profesional, resaltó conceptos de éti- ca, de estudiosidad permanente de por vida estudiantil y profesional , la importancia del Juramento Hipocrático, de la necesidad de tratar de for- mar su personalidad en forma integral, incluyendo el enriquecimiento 83

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