Huella y presencia (tomo III)

DRA. VALE~TINA Aco1ffA m: CROIZET Profesores, ayudantes de las Cátedras, autoridades de la Facultad, del hospital y de la escuela, todos consternados. No se ocultaban las lágrimas ni la angustia. Los alumnos no sabíamos que pasaría con nosotros. El Dr. Ricar- do Cruz-Coke, en su obra magistral de "Historia de la Medicina Chilena" termina el epílogo del libro al recordar este infausto suceso: "Caminando entre los escombros se acercó un viejo profesor, Emilio Croizet, que empu- ñaba en su mano derecha un microscopio retorcido, calcinado y dirigiéndo- lo hacia nosotros nos dijo: ¡Ánimo muchachos, reconstruiremos la Escue- la!". Al encontrarse con el Prof. Benjamín Viel, a la sazón Director de la Escuela de Medicina, le dice: "Toda mi obra ha sido destruida, pero yo estoy vivo y comenzaré nuevamente". En reunión extraordinaria de la Facultad alguien habla de cerrar tempo- ralmente la escuela. Entonces... se hizo oír la voz enérgica del Profesor Croizet: "por ningún motivo debe cerrarse la escuela, debemos continuar como sea, yo haré mis clases aunque sea en el patio". Busquemos donde seguir y dejemos los lamentos y las lágrimas. ¡Sursum Corda! Arriba los cora- zones. ¡¡¡Empecemos de nuevo!!! El maestro tenía ya 70 años. Como más tarde diría el Profesor Mena: "La juventud es un frescor de las fuentes profundas de la vida", y ¡helo ahí! En la Facultad se tomó el acuerdo de procurar el traslado de la Escuela a los recin- tos de la calle Borgoño. Los alumnos 'no perdimos el año. En cuanto a los médicos clínicos de la Cátedras y Servicios hospitalarios los tranquilizó diciéndoles que no quedarían sin informes de biopsias. Lo contrario habría sido un desastre para muchos diagnósticos y consiguientes tratamientos. Prometió y cumplió su palabra: acomodó en su casa de la calle Londres un laboratorio donde llevó parte del personal técnico y de secreta- ría. De su peculio adquirió instrumental e insumos de laboratorio. Privándo- se de sus horas de descanso, en las noches cambiaba manualmente las mues- tras de tejido en diversos reactivos para tener listas en la mañana las inclusio- nes en parafina sólida para que sus "laborantinas" continuaran en el día e l procesamiento de los cortes y tinciones histológicas. Así, nunca se atrasaron los diagnósticos que esperaban en el hospital los médicos clínicos para tratar a sus enfermos. Nótese que la mayor parte de las biopsias provenían de en- fermos de situación económica modesta, que estaban en las salas comunes. Era y es la Medicina de la Vocación Médica... sacrificada, desinteresada y con gran espíritu de servicio. En esa Medicina nos formaron con la palabra y los ejemplos nuestros Maestros, desde primero a séptimo año de la Carrera. Nuestro recuerdo agradecido y cálido y nuestro homenaje a todos e llos y a sus distinguidos docentes y colaboradores que más tarde los relevaron. La actitud de Emilio Croizet se comentó ampliamente en el medio hos- pitalario y aún en la prensa nacional y extranjera. El Prof. Dr. Sótero del Río, que también había sido alumno de Emilio, a la sazón ocupaba un alto cargo en la Salud Pública del país, consiguió de la Beneficencia, hoy Servicio Nacional de Salud, los fondos necesarios para 79

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