Huella y presencia (tomo III)
HUELLA Y l'IU:S~:1\C:IA 111 pasaron por su Cátedra viendo en él un paradigma de un gran universitario. Además colaboró en la Administración del Hospital Universitario de San Vicente de Paul, en calidad de subdirector entre los año 1936-1944. Después de jubilar, a pedido de la Facultad de Medicina y del Rector de la Universi- dad de Chile, pe1m anece u·abajando en un sector del Instituto en investiga- ción y asesoría anátomo-patológica a la Cátedra de Medicina Interna del Profesor Ramón Valdivieso en el Hospital J. J. Aguirre. Cabe destacar que esta actividad la realizó "ad-honorem". Allí tuve el privilegio de ser su cola- boradora y de seguir enriqueciéndome con sus conocimientos y experien- cias hasta el año 1965, año aciago de su fa llecimiento. Quizás la Casa de Bello no tenga otro ejemplo más extenso, fecundo y contimíado de vida entregada a la Universidad. RASGOS llE Sl' l'ERSO~ALIDAll 1. Emilio Croiut era un estudioso permanente. Actualizaba su curso de pregrado cada dos años. Era asiduo suscriptor y lector de las mejores revistas de Anato- mía Patológica, del Cáncer y de Medicina. Adquiría de continuo libros de última edición, tanto de su especialidad como de disciplinas afines. La biblio- teca que formó en su casa permitía consultar cualquier tema de la patología. Eran los tiempos de entusiasmo por adquisición de libros y de la formación de bibliotecas particulares. El microscopio como siempre, con sus recursos de variadas y específicas tinciones, era el gran aliado para el diagnóstico. Leía mucho y estaba al tanto de los progresos en el extranjero. Al procurar que me fuera becada a Par ís, una de sus recomendaciones fue que me preocupa- ra de la Histoquímica. Escribió a los profesores de allá con quienes haría yo la beca de postgrado, que me facilitaran el estudio y la investigación en estos temas, así se hizo. El trabajo de investigación Histoquímica en tumores gustó y fue publicado en la revista de la "Asociación Francesa de lucha contra el Cáncer", incluso me nombraron socia correspondiente de tan renombrada Corporación. Sin existir en esos años la velocidad de las telecomunicaciones de hoy, nunca se interrumpió la comunicación escrita o por cable que au-ave- saba "el mar-océano", o el teléfono que permitía oír la voz portadora del pensamiento, entre la discípula y su Maestro. En el Instituto de Anatomía Patológica se formaron con él eficientes patólogos que se constituyeron en sus colaboradores en las actividades de la Cátedra. Entre ellos menciono a los que conocí al ingresar: Dr. Ignacio !barra de la Fuente , prolongada su especialidad en su hijo el Dr. Alvaro !barra, Dr. Aliaga, Dr. Abe! Ubilla Lecaros, Dr. David Rosenberg, Dr. Raúl López Martínez. Todos lo apreciábamos y estimábamos como un gran maestro digno de admi- ración y de respeto. Posteriormente con el Profesor Ismael Mena Rivera y luego con los o tros sucesores que pasamos por la Jefatura del Instituto de Anatomía Patológica se han formado muchos especialistas: Ores.: José Rubio, Pedro Aguila, Ma- 76
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=