Huella y presencia (tomo III)

DR. H1tcroR CRoXATio elementos uno que sale y otro que entra); las C-Kinasas (proteína Kinasa) dependiente de Ca activado por el diacilglicerol Citokinas (péptidos que actúan como mediadores en las comunicaciones de célula) e l DNA (trans- portador de la información genética), GTP (nucleósido trifosfato que inter- viene en síntesis RNA); in tegrinas (proteínas que intervienen en adhesión de las células) ; interleukinas (que interactúan con glóbulos blancos) peroxisoma (en pequeño organelo que oxida moléculas orgánicas), plasmodio (pequeña molécula de DNA que se replica independientemente del genoma); en producir transgénicos (animal o planta en los que se han incorporado genes de otra célula u organismo); integrinas (proteínas de transmembranas que participan en la adhesión a la matriz extracelular). El más importante hallazgo biológico que registra el siglo que tendrá incalculables beneficios en la corrección de anomalías genéticas, es comba- tir el cáncer, y reparar deficiencias orgánicas ha sido la identificación del DNA, cuya estructura espiral fue logrado por James Watson y Francis Crick en 1953. Dentro del DNA están los genes para fabricar las proteínas. El código genético se lee de acuerdo con las posiciones de la adenina, timina, citosina y guanina. Las posibilidades de corregir las anomalías del gen que condu- cen al cáncer y otros trastornos, se ve como una posibilidad no muy lejana. Es tarea para el próximo milenio, para aquellos científicos que empiezan a constituir una legión en lo que se llama ingeniería genética. Las Ciencias muchas veces han despertado en los profanos veráfica ad- miración, pero hoy en buena parte, la labor de la Ciencia está en el sillón de los acusados. De hecho, el gran público desconoce el por qué investigamos. Hay mucho que cambiar en los colegios de cómo trasmitir los valores formativos de la Ciencia. La reforma debe empezar en los Institutos Pedagó- gicos. Los llamados males de la Modernidad que acosan nuestro siglo, sin duda, han favorecido la opinión que las dos grandes expresiones de la mente hu- mana, que sostienen la Cultura: el Humanismo y la Ciencia, marchan por caminos cada vez más divergentes. Las Humanidades, pilar milenario de la Cultura, ha centrado su quehacer en elevar la dignidad de la persona y valo- res éticos de la Sociedad; la joven Ciencia, nacida sólo en el siglo XVII, ha intentado incansablemente, desde entonces, penetrar en el misterio del mundo físico, explicar y predecir sus fenómenos. En nuestro tiempo se ha desarrollado el concepto que Humanismo - Arte y Ciencias - Tecnología, avanzan hacia posiciones más y más antinómicas. Tal suposición, constituye una falacia. Humanismo y Ciencias son las dos caras de una misma moneda, que es la Cultura; ambas ensalzan y engrandecen la persona humana. Aun cuando se invoca que la Ciencia y la prodigiosa expansión de la Tecnología han contribuido a la actual deshumanización, se deja en sordina, su más preciada virtud que es la búsqueda de la verdad, uno de los valores supre- mos que ennoblecen el quehacer del hombre y que alimenta una de las 69

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