Huella y presencia (tomo III)
DR. EllllARDO BUSTOS muy natural ir a nadar (cierto que por pocos minutos) a un lago semicongelado, como corresponde a un mes de diciembre. Habiendo completado en USA algunos aspectos de mi trabajo en anfi- bios, se me ocurrió presentarlo apenas llegado a Montreal, a la Asociación Canadiense para el Avance de la Ciencia, cuyas sesiones, desde luego, eran allí en francés. Cuando fui llamado al estrado y siendo Clermont quien presidía la sesión, me dijo discretamente al pasar: ¿Pero Ud. sabe francés? Yo le respondí: Ahora ya es tarde para ave1iguarlo. Salvada la prueba y en el siguiente "coffee break", su único comentario fue: Se entendió bastante bien, pese a su fuerte acento ¡¡italiano!! No es posible hablar de la Belle Province (Quebec) sin referirse a gastro- nomía y de ello daré dos bocadillos. La gastronomía puede jugar malas pasadas en otras latitudes. En mi pe- queño departamento, cercano a Me Gill, los estudiantes de Master y Ph.D. organizamos la despedida de una Profesora visitante, Dr. Marian Murray, de la Universidad de Wisconsin. Era un almuerzo tipo "malón" y a mí me encar- garon algo chileno. No tuve problema en preparar pisco sour y resolví aventurarme en cocinar unos fritos de seso. Cuando Marian hundió el cu- chillo, juro que el bocado se abrió mostrando un clásico corte de Charcot, imitando fielmente una página de un libro abierto de Neuroanatomía. Des- graciadamente ésta era la especialidad de Marian, quien se desmayó pausa- damente, mientras musitaba latinazgos descriptivos anatómicos. Alcanzamos a apoyarla a tiempo. Conviene tener presente que pocos ciudadanos de USA deglutirían nada que no sea un indudable bife. Muchos de los canadienses asistentes se declararon de inmediato vegetarianos fervientes. La segunda mala jugada gastronómica aconteció en diciembre de 1965, en la cena de despedida con que el Departamento de Anatomía me home- najeó al volver yo a Chile. Ella se realizó en el elegante restaurant de la Isla Santa Helena, en el río San Lorenzo. Naturalmente el menú sólo estaba en francés. Claire Huckins, hoy Profesora del Baylor College of Medicine, Houston, Tx. Estaba terminando su Tesis doctoral en renovación espermato- gonial, dirigida por Clermont. Me solicitó ayuda para ordenar la entrada y yo le indiqué una, al azar. Entretanto, el maitre, por indicación de Leblond, se dirigió a mí para que yo ordenara el vino para la cena. Un francés imagina que un chileno es igualmente un experto vinícola. Yo no lo soy, pero hojeé un libraco grueso sin encontrar ningún vino chileno, cosa que hice notar al maitre. Este se disculpó, volvió con un libraco menor (rotulado "Vinos exóticos") y ahí sí figuraban vinos chilenos. Puse mi dedo al azar en la lista, rogando a Dios no equivocarme. No recuerdo la cepa ni el año, pero ese vino fue aprobado por Leblond y declarado tan bueno como el mejor de Francia, con tal entu- siasmo, que comensales de otras mesas se acercaron a preguntar por él. Como resultado, el restaurant se deshizo de varias cajas de ese vino que no 59
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=