Huella y presencia (tomo III)
DR. EDUARDO Bus-ros examinador en marzo. Ya en diciembre había declarado que ése era un ins- trumento inútil para quien se interesa por ser médico clínico. Dado que era un buen alumno, inteligente e inquieto, consentí en dejarlo pasar a 2Q año. Muchos años después fui invitado por la OMS a dar unas conferencias en Lima en un Curso de Actualización en Reproducción Humana. En el ves- tíbulo del hotel reconocí a mi exalumno. Estaba invitado también a ha- blar sobre Fertilización in vitro, último avance en el tema por esos años. Mi hoy amigo (me reservo su nombre) era Profesor de Gineco Obstetri- cia en una Universidad en USA y prestigioso especialista que dedicaba buena parte de su tiempo al examen microscópico de gametos humanos y a la evaluación de embriones para la técnica de IVF. Moraleja: Muchos de aquellos métodos de laboratorio o instrumentos que parecen esotéri- cos, pueden ser mañana herramientas en la práctica médica y consiguiente medio de subsistencia para un buen profesional. VII El islote "estancia en USA" ameritaría en sí mismo un capítulo aparte, puesto que todo era nuevo para mí en NewOrleans. Allí recibía a los becados, un becado chileno de larga data, docente de la Universidad de Concepción, amistoso y de gran ayuda para aclimatar al recién llegado a su nuevo medio. Desde el aeropuerto, nos fuimos al supermercado para dos compras impres- cindibles: el repelente de mosquitos y un impermeable. Compartimos los becados latinoamericanos los cursos iniciales del doc- torado de los alumnos de Tulane University. Esa convivencia me permitió apreciar su psicología y modo de vida. Hasta hoy recuerdo una prueba de Bioquímica y el "honour system" bajo el cual se le aplicaba. El Ayudante entregaba las preguntas y se iba. Cada alumno, al terminar, llevaba su prue- ba a la oficina del Ayudante. Por cierto, el sistema causó estupor entre los latinos. Más aún, la reacción de un hasta hoy, buen amigo el Dr. Paul M. Heidger, Profesor de Anatomía en la Escuela de Medicina de la Universidad de Iowa, entonces estudiante de Ph.D. Paul me solicitó que le dijera en español (que él apenas entendía) a un compañero centroamericano que no copiara. Este persistió en hacerlo. Paul trajo al Ayudante y le expuso lo ocu- rrido. Obviamente, el infractor tuvo pésima nota. Ello suscitó una airada reacción del grupo latino y fui comisionado para hacer ver a Paul nuestro descontento. Tulane es una Universidad privada, ya entonces muy cara, y de gran exigencia académica. Paul nos explicó que su familia, con gran esfuer- zo, le ayudaba a costear los estudios. Quien obtuviera notas óptimas por vía ilícita, le privaba a él (con notas inferiores pero obtenidas con su esfuerzo intelectual), de aspirar a becas que se asignaban a los mejores alumnos. Esta lección de honradez académica perdura en mi recuerdo y estoy seguro que debe haber impactado a mis compañeros latinoamericanos. Durante mi estadía en New Orleans tuve dos experiencias que no puedo 57
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=